La regla que comprendió Juan Calvino
Timothy Keller
La regla de Calvino es el principio de la reverencia o el «temor de Dios». Calvino llama a los cristianos a que comprendan la gravedad y la magnitud de la oración. Es una audiencia personal y conversación con el Dios Todopoderoso del universo.
Aquellos que creen el evangelio, que creen que son los destinatarios de una gracia inmerecida pero inamovible, crecen en un temor paradójicamente amoroso y alegre.
Sin duda, nosotros de verdad no podemos lastimar a Dios, pero un cristiano debería estar intensamente preocupado de no afligir o deshonrar a quien es tan glorioso e hizo tanto por nosotros. El hecho de que tengamos acceso a la presencia y atención de Dios debe concentrar los pensamientos y elevar el corazón.
Debemos acercarnos a Dios sabiendo que nuestra única esperanza está en Su gracia y perdón, y siendo honestos sobre nuestras dudas, temores y futilidad. Debemos acercarnos a Dios con la «disposición de un mendigo».
Hasta que no reconozcamos el caos en nuestro interior, que la Biblia llama pecado, viviremos en lo que Calvino denomina «ficción». Los consejeros te dicen que los únicos defectos de carácter que pueden destruirte son los que no admites.
La oración te lleva a la presencia de Dios, donde quedan expuestas nuestras carencias.
La oración requiere y da el poder para abandonar la autojustificación, el traslado de la culpa, la autocompasión y el orgullo espiritual. Debemos confiar en Él incluso cuando las cosas no van como desearíamos que fueran.
Uno de los propósitos de la oración es llevar a nuestros corazones a confiar en Su sabiduría, no en la nuestra. Es decir: «Esto es lo que necesito, pero Tú sabes qué es lo mejor».
Debemos orar con seguridad y esperanza. Calvino escribe: «estando abatidos y postrados con verdadera humildad, tengamos sin embargo buen ánimo para orar, esperando que ciertamente seremos escuchados».
Los dones de parte de Dios que no se reconocen como tales son mortales para el alma, porque espesan la ilusión de la autosuficiencia que lleva al exceso de confianza y nos prepara para el fracaso.
Calvino nos insta a que no concluyamos que seguir un conjunto de reglas hará que nuestras oraciones sean escuchadas. Nada que formulemos o que hagamos nos hace dignos del acceso a Dios. Solo la gracia puede hacerlo, basada no en nuestra conducta, sino en la obra salvífica de Cristo.
Orar en el nombre de Jesús significa acercarse a Dios en oración conscientemente confiando en Cristo para nuestra salvación y aceptación, y no apoyándonos en nuestra propia credibilidad o trayectoria.
Un fragmento del libro La oración (B&H Español)
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