¿Igualdad o diferencia?
Patricia Namnún
Gálatas 3:28 es uno de esos pasajes que se ha interpretado de diversas formas en diversos momentos de la historia de la Iglesia. Por ejemplo, tiempo atrás, algunos entendían que en este pasaje el apóstol Pablo establecía la abolición de la esclavitud al decir que en Cristo no hay esclavo ni libre. En nuestros días, la discusión sobre este pasaje ya no gira en torno a la esclavitud, sino en torno a la diferencia de roles entre hombre y mujer. De hecho, este mismo verso se usa cada vez más para justificar la homosexualidad.
Los igualitaristas, aquellos que creen que el hombre y la mujer son iguales no solo en dignidad sino también en sus roles, consideran este pasaje de Gálatas como “La carta magna de la humanidad, el gran capítulo de la igualdad cristiana”, “El texto socialmente más explosivo en la Biblia”, y aun “La proclamación de emancipación de la mujer”. Argumentan que Gálatas 3:28 es una especie de llave que permite interpretar los pasajes relacionados con el género que se encuentran en el Nuevo Testamento, entendiendo que elimina toda barrera social entre el hombre y la mujer, proclamando la igualdad de roles entre ambos.
El tema general de la Epístola a los Gálatas es la justificación por gracia a través de la fe. En el momento en el que Pablo escribe esta carta, la iglesia en Galacia estaba siendo influenciada por falsos maestros, a quienes Pablo llama “algunos que los perturban” (Gál. 1:7). Estos falsos maestros les estaban exigiendo las obras de la ley, y muchos de los gálatas eran persuadidos por esas falsas enseñanzas. Dada esta circunstancia, Pablo escribe en defensa de la justificación por la fe, advirtiéndoles de las consecuencias de abandonar la doctrina que les había sido enseñada: el evangelio verdadero.
La muerte de Cristo ha traído la era de un Nuevo Pacto, uno que no requiere las obras de la ley para nuestra salvación. Proclamar la necesidad de obras para poder ser salvos es negar el corazón mismo del evangelio, que es la justificación solo por fe y no por cumplir las obras de la ley. Ese es el mensaje central de Gálatas 3 y de la Palabra misma.
De ninguna manera Gálatas 3:28 hace referencia a la igualdad de roles o a la manera en la que ciertos grupos deben actuar. El capítulo 3 de Gálatas es un recordatorio de que nuestra salvación depende única y exclusivamente de la obra de Cristo, no la nuestra.
El concepto que expresa Pablo en este texto es que todos somos justificados de la misma manera: por gracia, a través de la fe. Sin lugar a dudas, todos somos uno en Cristo Jesús. Pero Dios no hace a un lado la diferencia entre hombre y mujer, sino que establece la unidad en Cristo.
Gálatas 3:28 enarbola la bandera de la unidad en Él en medio de la diversidad de roles. A través de Cristo, todos somos hechos hijos de Dios, judíos y griegos; esclavos y libres; hombres y mujeres. Todos, así diferentes como somos, tenemos salvación y comunión en Uno solo: Cristo Jesús.
Un fragmento del libro Textos fuera de contexto (B&H Español)
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