El regalo que solo se encuentra en Cristo
Otto Sánchez
«Todos somos hijos de Dios» es una expresión que he escuchado con cierta frecuencia y estoy seguro que tú también. Pero me pregunto: ¿qué hay de cierto en esa afirmación? ¿Realmente todos somos hijos de Dios? La repuesta es «sí» y «no». Es «sí» en el aspecto amplio del término, y es «no» en su aspecto restringido.
En el sentido amplio del término, Dios es Padre de todos nosotros, los humanos. En ese sentido, Él es el Padre de toda la creación y todos, creyentes y no creyentes, somos hijos de Dios porque es Padre Creador de todo lo que existe. Hay algunos textos que confirman esta verdad:
- «¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres?» (Mal. 2:10).
- «Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la naturaleza divina sea semejante a oro, plata o piedra, esculpidos por el arte y el pensamiento humano» (Hech. 17:29, LBLA).
Esto nos presenta a Dios como Creador y, por tanto, es el Padre de la creación, lo que quiere decir que todos venimos como resultado de Su obra creadora. Por eso el conocido experto en Nuevo Testamento, F. F. Bruce, al comentar sobre el texto de Hechos 17:29, explica: «Somos, pues, simiente de Dios, dice Pablo, no en algún sentido panteísta, sino en el sentido de la doctrina bíblica del hombre, como seres creados por Dios a Su propia imagen» (Gál. 3:26).
Podemos afirmar que Dios es el Padre de todo lo creado. Sin embargo, en el sentido restringido del término, no todos son hijos de Dios porque hijos son aquellos que ya han sido adoptados por Él, que se han convertido a Cristo. Encontramos apoyo en las Escrituras a esta verdad en los siguientes textos:
- «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios» (Juan 1:12-13).
- «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios» (Rom. 8:14).
- «[P]ues todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús» (Gál. 3:26).
Estos textos comprueban que solo aquellos que han confesado sus pecados a Dios, se han arrepentido y le han pedido perdón son hijos de Dios. Él no solo es su Padre Creador; también es su Salvador por medio de la obra de Cristo en la cruz. Como vemos aquí, la Biblia establece que son verdaderamente hijos de Dios aquellos que le han entregado sus vidas. En otras palabras, son hijos de Dios quienes se han convertido a Jesucristo.
¡Qué tremendo privilegio es ser llamados hijos de Dios! Debemos entender que no importa lo buenos que nos consideremos, ni las buenas obras que hayamos hecho, ya que nada de esto nos hace merecedores de ser llamados hijos de Dios. La única forma de ser Sus hijos es por medio de la conversión, es decir, entregando nuestra vida a Jesucristo.
Un fragmento del libro Hacia la meta (B&H Español)
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