Por : Martin Manchego
«Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos»
En la antigüedad, la medida del éxito de un hombre se medía en la cantidad de posesiones, tierra y siervos que tenía. Esto no ha dejado de ser así aun en el siglo xxi. Los hombres que poseen muchos sirvientes son considerados en alta estima y respetados. Jeff Bezos, el dueño de Amazon y hombre más rico del mundo, tiene 1,3 millones de empleados bajo su dirección alrededor del mundo. Ante los estándares del mundo esto es algo impresionante. Pero para el Señor Jesucristo, ni los títulos, ni los terrenos, ni la cantidad de siervos era relevante.
Por el contrario, el Señor Jesucristo nos dice «… el Hijo del Hombre no vino para
ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mar. 10:45) Los fariseos, según sus estándares religiosos amaban ser llamados «rabí», «maestro» o «padre» porque esto les inflaba el ego y alimentaba su hambre de poder. Ellos seguían los estándares de este mundo por lo cual amaban ser servidos. Pero el Señor hizo todo lo contrario. Él, «… siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo…» (Fil. 2:6‐7).
El Señor dio Su vida por nosotros y ahora nos llama a que seamos siervos. Siervos de Dios, de Su pueblo, y de los menos favorecidos. Servimos a Dios conociéndole, obedeciéndole y compartiendo el mensaje del evangelio (Sal 46:10; Rom. 12:11). Servimos a Su pueblo, la Iglesia, al no dejar de congregarnos, y animándonos unos a otros con Su Palabra (Heb. 10:25; Col. 3:16). Y servimos a los menos favorecidos dándoles el abrigo y alimento que necesitan y levantando nuestra voz por ellos (Mat. 25:35‐36; Prov. 31:8). No hay nada más vacío y solitario que una vida que se vive solo para el beneficio propio. Servir es el antídoto contra el egoísmo. El servicio es el deporte para el cual todos los cristianos hemos sido seleccionados.
Las oportunidades de servicio están en todos lados, solo nos hace falta mirar el mundo desde la perspectiva de nuestro Señor Jesucristo. Sea que permanezcamos en casa, vayamos a la Iglesia, al trabajo o de paseo, pensemos: «¿Cómo puedo ser un servidor hoy?» Esta no es una tendencia natural de nuestra carne, por eso debemos ser intencionales y disponer nuestra mente y corazón al servicio. Cuando llegues hoy a la iglesia, al trabajo o a una salida en grupo o aun si te quedas en casa, ten en tu mente estas palabras: «No he venido para ser servido sino para servir».
Martin Manchego es peruano. Actualmente estudia una maestría en el Southwestern Baptist Theological Seminary. Además es compositor del album “Perfecto Salvador” y dirige un canal propio en YouTube en el cual comparte devocionales, entrevistas, canciones, audio libros y revisados de libros. Está casado con Denisse.
Extraído del libro Un año con jesús.
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