Por : Martin Manchego
«Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba»
En la actualidad, todo a nuestro alrededor está hecho para distraernos o entretenernos. El ruido que nos rodea y la abundancia de responsabilidades nos han robado el silencio y la quietud que Dios quiere que tengamos en Él. Incluso el sueño es difícil de conciliar para muchos. Tengo varios amigos que no pueden dormir en silencio. Necesitan el ruido del televisor para eso. Se han acostumbrado al ruido de tal manera que el silencio les incomoda porque trae a flote todas sus preocupaciones y así no pueden dejar de pensar en las urgencias del día siguiente.
Encontrar silencio y quietud parece más complicado que encontrar oro. Hoy vivimos para solucionar lo urgente dejando de lado lo importante. Detenernos es una locura que atenta contra la productividad. Cuando examinamos nuestros corazones podemos llegar a ver que la razón por la que no tomamos tiempos en quietud para contemplar el poder y la bondad infinita de Dios es nuestro afán por hacer las cosas en nuestras fuerzas. Pensamos que, si no nos encargamos de nuestros asuntos, nadie podrá solucionarlos. La prisa, el ruido, y las multitudes son herramientas que el diablo usa para llevarnos a una vida sin descanso y sin esperanza.
Miremos el día de hoy a nuestro Señor Jesucristo. Es una noche muy oscura, estrellada y cálida en Israel. Allí está Él, todos están aún durmiendo, pero Él, el ser más santo que ha pisado la tierra se levanta, sale de Su comodidad y se aleja en busca de un lugar solitario y calmado. Mientras camina piensa humanamente en los retos que el día le presentará. Nuestro solitario Salvador sabe que el resto de Sus días no serán solitarios, sino que estará rodeado de gente, Sus discípulos le harán preguntas egoístas, algunos lo elogiarán y más tarde lo traicionarán. Pero hay algo que lo motiva mucho más que todas las cargas, Él ama al Padre, Él anhela estar con el Padre a solas. Él llega a Su lugar de oración, se arrodilla y la reunión más importante de Su día inicia, Él deja Sus cargas, se fortalece y más tarde se levanta y hace lo que el Padre le ha indicado. ¿No anhelas tú lo mismo?
Las verdades más hermosas y alentadoras que Dios quiere decirte en Su Palabra serán dichas en suaves susurros que necesitan quietud y silencio para ser escuchadas, como nos recuerda la experiencia de Elías en el monte Horeb. Él no vio a Dios en el poderoso viento que destrozaba los montes y quebraba las peñas. Tampoco lo vio en un fuerte terremoto y en el fuego. El profeta escuchó al Señor en el susurro de una brisa apacible (1 Rey. 19:11‐13). ¿Has pensado en cuánto perdemos por andar siempre en movimiento? ¿Cuánto más conoceríamos a nuestro Padre si nos detenemos por un rato? ¿Hay algún momento en tu día en el que puedas estar quieto y en silencio? Recuerda que no hay reunión más importante que la que puedes tener hoy con tu Padre que te conoce, te ama, y se quiere dar a conocer. Separa al menos un día a la semana en que puedas tener un devocional especial una hora más temprano de lo común y has de esta una reunión especial con tu Padre.
Martin Manchego es peruano. Actualmente estudia una maestría en el Southwestern Baptist Theological Seminary. Además es compositor del album “Perfecto Salvador” y dirige un canal propio en YouTube en el cual comparte devocionales, entrevistas, canciones, audio libros y revisados de libros. Está casado con Denisse.
Extraído del libro Un año con jesús.
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