Podríamos preguntarnos: «¿Quién no necesita crecer en su conversación con Dios?» Todos necesitamos crecer en nuestra conversación con Dios, pero para eso debemos saber quién es Él y cómo se relaciona con nosotros. Para poder conversar con cualquier persona, lo primero que necesitamos saber es quién es esa persona, cuál es su nombre y conocer algo de ella.
Luego, necesitamos saber dónde encontrarla. Ante la grandeza de Dios, algunos se preguntan: «¿Cómo puede ser que Dios hable conmigo? Ese Dios que es Todopoderoso, Soberano, Inmortal, Infinito, Sabio y mucho más. ¿Qué Él hable conmigo?» Pues la respuesta es «¡Sí!» Él desea hablarte y escucharte, de verdad que Dios quiere tener relación con Sus criaturas humanas, y para eso ha establecido un camino a través de Jesucristo, Su Hijo, para que las personas puedan llegar a Él. Cuando entendemos la grandeza de Dios y Su misericordia, nos damos cuenta de la bendición que es poder acercarnos a Él en oración.
Los cristianos creemos que Dios es el creador y el facilitador de la oración. ¿Por qué lo sabemos? Porque cuando leemos la Biblia, encontramos que los diferentes personajes bíblicos se comunicaban con Dios y lo expresaban con palabras como orar, clamar, suplicar, rogar, invocar, llamar o pedir. Como ves, cada una de estas palabras tiene diferente intensidad emocional, pero todas tienen el propósito de mostrar esa misma intención de comunicarse con el Señor. Esto hace que la oración sea una expresión multiforme de un corazón en búsqueda de Dios, quien quiere comunicarse con Sus hijos.
Esto lo vemos desde el inicio de la creación. En el principio de la historia humana, Adán y Eva tenían comunión con Dios. El Señor les hablaba y ellos lo escuchaban (Gén. 1:26–30). Pero cuando Adán y Eva desobedecieron al Señor y pecaron, se escondieron de Dios y dejaron de comunicarse con Él. Lo que para ellos era normal antes de desobedecerle, ahora les causaba temor. El solo pensar en la presencia de Dios o en la comunión con Él los atemorizaba (Gén. 3:1–8).
Adán y Eva disfrutaron de la gloria de Dios de una manera única antes de que el pecado los separara de su Creador. Sin embargo, la historia de la Biblia no acaba allí con una gran desgracia. La Biblia es el relato del plan de Dios que viene a buscar a Sus criaturas para devolverles la comunión que habían perdido con Él. Por eso, cuando leemos cómo continúa la historia redentora de Dios, vemos que el Señor ha prometido salvar a Su pueblo por medio de la llegada al mundo de Jesucristo. Esto quiere decir que, aunque la humanidad fue separada de su comunión con Dios, Él ya había planeado restaurar la comunión con Su pueblo.
Dios no quiere que los suyos dejen de percibir Su grandeza, Su santidad, la belleza de Su carácter. A todo esto y más en la Biblia se lo conoce con el nombre de «gloria». Nuestro Dios ha diseñado la forma de comunicar Su gloria a seres capaces de conocerlo y adorarlo, pero que primero requieren ser salvados de su propia condición de desobediencia y separación de Dios.
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