El propósito principal de la oración
Nathan Díaz
Un ateo me desafió una vez a explicarle cómo es que se puede confiar en la Biblia cuando está llena de promesas que obviamente no se cumplen. Él se refirió en aquella oportunidad a este pasaje de Juan, donde Cristo nos dice que hará lo que pidamos en Su nombre, puesto que era evidente que muchos cristianos pedían cosas en nombre de Jesús y no se cumplían.
¿Es cierto que Dios hace lo que sea que pidamos en el nombre de Jesús? Si no lo hace, parece estar mintiendo. Pero, como pasa con todo versículo de la Biblia, leer correctamente el contexto nos ayuda a aclarar el verdadero significado del texto.
Romanos 11:36 dice que todas las cosas son de Él, por Él y para Él. La manifestación de Su gloria es el propósito final y superior en todo lo que Dios hace. Por eso dice Juan 14:13: “…para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. Ese es el propósito por el cual Dios hace lo que pedimos.
Justo después de que Cristo dijo que contestaría las oraciones que hagamos en Su nombre está la promesa del Espíritu Santo. Jesús promete que no nos dejará huérfanos (Juan 14:18). Esta dependencia y guía del Espíritu es lo que debe regir nuestras peticiones. Dependemos de la guía del Dios sabio para tomar decisiones sabias y vivir correctamente la vida cristiana.
No sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Y Aquél que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque Él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios” (Rom. 8:26-27). Esto significa que al pedirle algo a Dios, debemos hacerlo en un espíritu de humildad y dependencia.
Debemos procurar una actitud que demuestre fe: “A mí me gustaría que hicieras esto, pero sé que tú ves un panorama mucho más extenso y profundo que el que yo puedo ver. Por favor, haz lo que el Espíritu está intercediendo por mí ahora”. Nuestro amor a Dios siempre se verá reflejado en las cosas que deseamos, porque lo que deseamos es un reflejo de lo que valoramos. Jesús dice que el reflejo de nuestro amor por Él es cómo valoramos Sus mandamientos en nuestras vidas.
La oración no es para que Dios se someta a nosotros, sino para que nosotros nos sometamos a Dios. Y esa es la verdadera fe. La que hace cosas sobrenaturales y mueve montañas. La que muestra que Dios hará todo aquello que lo glorifique.
Y cada vez que pidamos que Jesús sea glorificado en la manera que Dios conteste nuestra oración, tengamos por seguro que lo hará, aunque signifique arrancar un monte de su lugar para echarlo al mar. Pidámosle a Dios llevar fruto para Su gloria. Solo Dios sabe en Su infinita sabiduría cómo y dónde lo hará. Pero sí, lo hará.
Un fragmento del libro Textos fuera de contexto (B&H Español)
Leave a Reply