Los muchos beneficios de la música en la adoración
Bob Kauflin
¿A Dios le preocupa si usamos música o no para adorarle? Aparentemente sí. El libro más largo de la Biblia es una colección de cantos. Dios manda tanto la alabanza instrumental como la vocal en la Escritura. El Salmo 150 dice que debemos alabarle con bocina, címbalos y cuerdas. Más de cincuenta veces en el libro de los Salmos se nos dice que cantemos a Dios. El Salmo 47 es particularmente claro: “Canten alabanzas a Dios, canten alabanzas; Canten alabanzas a nuestro Rey, canten alabanzas” (v. 6). La Biblia está llena de referencias a la música, desde el principio de la creación hasta las escenas finales en Apocalipsis (Job 38:7; Apoc.6 15:3). Pero si no entendemos el propósito de Dios para la música en la adoración, podemos usarla incorrectamente. Incluso peor, puede robarle a Dios la gloria que nosotros queremos darle.
Dios quiere que usemos la música para adorarle a pesar de los problemas que puedan surgir. Aparentemente Dios piensa que vale la pena el esfuerzo. La música provoca y expresa emociones que glorifican a Dios. Nuestros afectos más profundos, más fuertes y puros deben reservarse para Dios, y Él nos da el canto para ayudarnos a expresarlos. La alabanza sin entusiasmo es una contradicción. No tiene sentido.
La música nos ayuda a reflejar la gloria y la actividad del Dios Trino. Dios es un Dios que canta. Leemos en Sofonías 3:17 que Él se regocijará por nosotros con cantos de júbilo. Jesús cantó un himno con Sus discípulos la noche antes de Su muerte (Mat.26:30). Y Efesios 5:1819 indica que la llenura del Espíritu Santo inspira cantos en los corazones de los creyentes. Esa es una razón por la cual sentimos la presencia de Dios de una manera más pronunciada cuando nos reunimos para cantar Sus alabanzas. El Espíritu Santo está entre nosotros, inspirando nuestros cantos.
Nosotros recordamos cuando cantamos, y nada es más importante que recordar la Palabra de Dios. Los sentimientos o emociones que produce la música se desvanecerán, pero la Palabra viva y eficaz de Dios continuará operando en nuestros corazones, renovando nuestras mentes y fortaleciendo nuestra fe.
La variedad musical comunica el corazón de Dios por todas las generaciones, las culturas y las razas. No usamos música diferente porque queremos tener a todos felices o porque estamos apuntando a un servicio donde haya diversidad. Es el evangelio el que nos pone juntos, no la música.
Sé que la diversidad musical depende de un número de factores, incluyendo el tamaño de tu iglesia, la capacitación y el talento de tus músicos, y tu presupuesto. Pero en nuestro mundo cada vez más pequeño, es aun más importante que al menos enseñemos sobre la relevancia de esta diversidad. El mandamiento de Cristo de llevar el evangelio hasta lo último de la tierra debe darnos la esencia y moldear nuestra teología de la adoración musical. Es insensato y no bíblico que las iglesias en Bolivia, Indonesia, Uganda y otras partes del mundo se conformen a la definición norteamericana de la música “apropiada” para la adoración.
Según lo entiendo, la mejor música permite a las personas exaltar genuina y consistentemente la grandeza del Salvador en sus corazones, mentes y voluntades. Ese es el patrón que nunca cambiará de una cultura a otra, de una generación a otra, de una iglesia a otra.
Un fragmento del libro Nuestra adoración importa (B&H Español)
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