Por : Josue Barrios
«Hasta que entré en el santuario de Dios; allí comprendí cuál será el destino de los malvados»
Si observas el mundo desde una perspectiva terrenal, parecerá que Dios no es bueno o justo. Parecerá mejor vivir en orgullo y pecado que vivir en integridad. Entonces tendrás un serio dolor de cabeza (en el mejor de los casos) o sentirás una profunda angustia en tu corazón.
Esto es lo que vemos en los versículos anteriores de este salmo. El salmista está perplejo ante la prosperidad de los impíos mientras él sufre, y entonces piensa que no vale la pena obedecer a Dios. A l igual que él, todos necesitamos una transformación constante de nuestra visión para no guiarnos por las apariencias de este mundo. Necesitamos empezar a ver por fe las cosas desde la perspectiva de Dios. El salmista dice que, si él hubiese abrazado la forma errada de ver la vida en la que hacer lo malo es provechoso, entonces sería un traidor para el pueblo de Dios (v. 15). Afirma que todo esto fue muy difícil de entender para él, hasta que entró al santuario para adorar y se acercó a la presencia de Dios. Entonces comprendió el fin de los impíos y Dios fortaleció su fe. Solo en la presencia de Dios somos levantados cuando estamos decaídos, dudando, desesperados, y dolidos.
Aquí hay una enseñanza valiosa en medio del sufrimiento y la frustración: no esperes a sentirte mejor para adorar a Dios. Sí, sé que puedes sentirte un poco hipócrita al intentarlo. Pero si deseas adorar a Dios en verdad, reconociendo con sinceridad que aún no lo adoras como Él es digno, entonces eso no es hipocresía. Eso es honestidad. Dios no solo es adorado cuando probamos de Él y decimos: «¡Cuán delicioso eres para mí, Señor!». Él también es adorado cuando decimos: «Señor, sé que eres digno de alabanza porque he probado antes de tu bondad, pero ahora mi paladar está seco. Me siento como muerto por dentro. No puedo soportar esta prueba sin ti. Mi corazón necesita experimentar tu comunión una vez más para adorarte, porque tú eres digno».
Lo mejor de todo esto es que tú y yo podemos tener un encuentro con el Dios vivo de una manera más íntima que el encuentro que tuvo el salmista. En tiempos del Antiguo Testamento, la presencia de Dios estaba en el santuario en medio del pueblo. Eso era un regalo maravilloso para los pecadores. Pero aquel santuario era una sombra de una obra más grande que Dios realizaría (Ef. 2:20-21). Es gracias a que Jesucristo fue a una cruz por nosotros, que ahora podemos tener acceso a la presencia de Dios en todo tiempo y adorarlo en Espíritu y en verdad. Solo allí aprendemos a ver todas las cosas desde la perspectiva correcta.
Josue Barrios sirve como Coordinador Editorial en Coalición por el Evangelio. Ha contribuido en varios libros y es el autor de Espiritual y conectado: Cómo usar y entender las redes sociales con sabiduría bíblica. Es periodista y cursa una maestría de estudios teológicos en el Southern Baptist Theological Seminary. Vive con su esposa Arianny y su hijo Josías en Córdoba, Argentina, y sirve en la Iglesia Bíblica Bautista Crecer, donde realiza una pasantía ministerial.
Extraído del libro Un año en los Salmos.
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