Por : Josue Barrios
«En verdad, ¿de qué me sirve mantener mi corazón limpio y mis manos lavadas en la inocencia»
Los pimeros versículos de este salmo muestran al salmista en perplejidad y sufrimiento, no solo porque está en medio del dolor, sino también porque mira a los impíos prosperar. En esta situación, él experimenta envidia al ver que la gente que hace lo malo parece vivir muy bien (vv. 2-3).
¿Cómo entender lo que ocurre en su corazón? La envidia significa pensar que Dios es injusto al dar a otras personas lo que crees que debe ser tuyo. Implica decir que tú gobernarías mucho mejor que Dios, porque entonces repartirías como tú crees que es debido. Al mismo tiempo, también significa creer que Dios no es suficiente para nuestros corazones y que por eso necesitamos algo más (lo que otros tienen) para ser verdaderamente felices.
Así que la envidia, en realidad, no es el mayor problema del salmista. Es solo un síntoma de un problema más profundo: este hombre está dudando de la justicia, bondad, y suficiencia de Dios. Es como si dijera: «Señor, tú no me has dado lo suficiente; eres un Dios injusto porque no repartes bien, porque los malos prosperan haciendo la maldad y tú no estás haciendo nada, mientras yo sufro y siento que no vale la pena obedecerte».
Las palabras de los versículos citados arriba nos muestran que el salmista tenía expectativas erradas sobre la vida con Dios. Es evidente que parte de la duda y angustia de este hombre era que su obediencia (al menos en este momento) no era para agradar a Dios y adorarle en agradecimiento por Su salvación, sino para obtener cosas de Él. La verdad es que todos vamos a fracasar si pretendemos controlar a Dios, porque Él es soberano y santo. Si creemos que Él nos «debe» una mejor vida ahora, vamos a sentirnos tan hundidos y confundidos como el salmista cuando las cosas no resulten exactamente como queremos.
La experiencia del salmista nos recuerda la importancia de preguntarnos: ¿estamos evaluando el amor de Dios a través de nuestras circunstancias, o estamos evaluando nuestras circunstancias a la luz del amor de Dios? ¿Estamos viendo nuestras dificultades como si esta vida lo fuese todo, o estamos procurando verlas a la luz de la eternidad? ¿Estamos obedeciendo a Dios en adoración por quién es Él y lo que ha hecho en nuestra redención, o estamos obedeciendo para obtener cosas que queremos?
Recuerda que tus peores días no son evidencia de que Dios no está contigo. Así que cuando te sientas lleno de dudas, abandonado por Dios, y como si nada tuviera sentido, eso no significa que todo está perdido para ti. Él es experto en tomar a hombres como este salmista y llenarlos de gozo en Él, como podrás leer en el resto de este salmo.
Josue Barrios sirve como Coordinador Editorial en Coalición por el Evangelio. Ha contribuido en varios libros y es el autor de Espiritual y conectado: Cómo usar y entender las redes sociales con sabiduría bíblica. Es periodista y cursa una maestría de estudios teológicos en el Southern Baptist Theological Seminary. Vive con su esposa Arianny y su hijo Josías en Córdoba, Argentina, y sirve en la Iglesia Bíblica Bautista Crecer, donde realiza una pasantía ministerial.
Extraído del libro Un año en los Salmos.
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