Por : Mateo Bixby
«¿Dónde está, Señor, tu amor de antaño, que en tu fidelidad juraste a David?»
Cuando Dios exaltó a David dándole un pacto eterno (vv. 3-4), todo pintaba hermoso para Israel (vv. 22-23); pero la experiencia de Israel no cuadraba con esas gloriosas promesas. La familia que Dios había prometido nunca abandonar (vv. 33, 36-37) parecía haber sido abandonada, el pacto revocado y la corona por los suelos (vv. 38-39). El salmista se pregunta: «¿Dónde está, Señor, tu amor de antaño, que en tu fidelidad juraste a David?» (v. 49).
Este salmo es el último del tercer libro de los cinco libros del salterio. Aunque pudiéramos pensar que no existe secuencia, la organización de estos libros muestran una estructura. Aunque cada libro contiene diferentes tipos de salmos, su flujo global apunta a Cristo, el gran Hijo de David.
El primer libro de los Salmos (caps. 1-41) traza la ascensión de David, de humilde al rey escogido por Dios. Describe momentos de dificultad, termina con un salmo que narra la paciencia de David (Sal. 40:1) esperando que Dios lo exaltara. Lo describe como un rey que hace la voluntad de Dios, tipificando al Cristo venidero (vv. 6-8; Heb. 10:5-9).
El segundo libro (caps. 42 al 71) traza el reinado de David, con sus pecados (cap. 51) y traiciones (cap. 55), derrotas (cap. 60) y confianza (cap. 61). Culmina con un salmo de Salomón describiendo al rey ideal (cap. 71). Tristemente Salomón no fue ese rey ideal.
El tercer libro (caps. 72-89), lleno de salmos de Asaf, pide que Dios restaure a Israel juzgando a sus enemigos (caps. 80, 83, 86). Porque en la infidelidad de los hijos de David, no se preservó la gloria de Israel. El libro termina con nuestro Salmo 89, celebrando que Dios escogiera a David, pero lamentando que su corona esté por los suelos. Anhelando el cumplimiento de las promesas dadas a David, el salmista clama a Dios: «¿Por qué no has sido fiel a lo que juraste a David?».
El libro cuatro (caps. 90-106) expresa confianza en el reinado de Dios (caps. 93, 95, 97, 99), a pesar del fracaso de la dinastía davídica. El libro termina con una confesión de los pecados de la nación, rogando que Dios reúna a la nación de entre las naciones (Sal. 106:47).
El quinto libro (caps. 107-150) celebra que Dios sí perdona los pecados (cap. 107) y afirma la restauración de la dinastía davídica (caps. 132; 144). Incluye el salmo más citado por el Nuevo Testamento (cap. 110) que anuncia un inusual rey-sacerdote (Sal. 110:1, 4) que reinaría eternamente (Sal. 145:13) y sobre todas las naciones (Sal. 148:11). El último versículo del salterio anuncia que todo lo que respira alabará a Dios (Sal. 150:6).
La estructura misma del salterio traza la historia de Israel, la elección de Dios de la casa de David, y su aparente fracaso, pero termina apuntando a la restauración. ¡El fin de la historia está escrito y es glorioso!
Cuando tus circunstancias te hagan preguntar «¿Dónde está tu amor de antaño y las promesas que juraste?», recuerda que el Mesías prometido vino y todavía vendrá para cumplir todas sus promesas. Mientras esperas, «¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!» (Sal. 150:6).
Mateo Bixby nació y creció en España, de padres americanos misioneros. Estudió en Estados Unidos (está por terminar un doctorado). Lleva 15 años viviendo en Guadalupe, México, junto con su esposa Susana y sus tres hijos: Aarón, Ana y David. Es director de la Facultad de Teología en la Universidad Cristiana de las Américas y pastor fundador de la Iglesia Bautista la Gracia en Juárez, NL. Le encanta la predicación expositiva, la lectura, y el fútbol.
Extraído del libro Un año en los Salmos.
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