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Huir de la gracia

November 19, 2020 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Tim Keller

El propósito principal del Libro de Jonás es que nosotros comprendamos la gracia. Si Jonás no comprendió el misterio de la gracia de Dios, ciertamente es posible que tampoco nosotros lo comprendamos.

La ignorancia de la profundidad de la gracia de Dios causa nuestros más graves problemas. Hasta que comprendamos esto, somos, al igual que Jonás, como una sombra de lo que podríamos y deberíamos ser. La doctrina de la gracia de Dios es la que nos pone a los cristianos aparte de las otras fes. Es el mensaje central: el «evangelio». «Este evangelio está dando sus frutos y creciendo en todo el mundo, como también ha sucedido entre ustedes desde el día en que supieron de la gracia y la comprendieron plenamente» (Col. 1:6). Es la comprensión de la gracia lo que hace cristiana a una persona y no solo que sea una persona moral, religiosa o agradable. Esta es una verdad que, cuando se comprende, es electrizante. Cuando Martín Lutero finalmente la comprendió, pasó de ser un profesor de seminario, ansioso y lleno de culpa, a ser un león listo para enfrentar al mundo entero por sí solo. Escribió:

La fe es una viva e inconmovible seguridad en la gracia de Dios, tan cierta de Su favor que un hombre moriría mil veces por ella. Y tal seguridad y conocimiento de la gracia divina hace al hombre feliz, alegre y fuerte en su relación con Dios y con todas las criaturas, que es lo que realiza el Espíritu Santo por medio de la fe. Por eso, libremente, de buen grado y con alegría haces el bien, sirves a todos, sufres de todo, por amor y alabanza a Dios que te ha mostrado tal gracia.

La comprensión de la gracia de Dios es la que hace posible tomar una postura tan dura. Dietrich Bonhoeffer, al tratar de entender cuánto estaba dispuesta la iglesia alemana a aceptar a Hitler, identificó el problema como «gracia barata». Ellos creían que Dios los amaba a pesar de sus pecados, pero eso llevó a una actitud que a la postre no importaba cómo vivían. Levantarse contra Hitler en esa época habría sido peligroso. Por eso, muchos razonaron: «Tal vez sea cobardía, tal vez esté mal. Pero Dios lo pasará por alto. Él nos acepta pese a nuestro pecado». Asimismo, Heinrich Heine, escritor del siglo XIX, es conocido por haber dicho cuando moría: «Dios me perdonará, es su oficio». 

Si crees que Dios nos perdona y pasa por alto el pecado con indiferencia, entonces tomarás el pecado a la ligera porque al parecer Dios lo hace también. Sin embargo, si comprendes que nuestra salvación le costó a Jesús Su gloria en los cielos y Su vida en la tierra, lo que implicó sufrimiento inimaginable para Él, entonces empezarás a entender que la gracia no es barata, sino costosa (Fil. 2:1-11).

A menos que consideremos lo que le costó a Él salvarnos, no nos alegrará obedecerlo y servirlo, sin importar el costo para nosotros. Packer escribió:

Quienes suponen que la doctrina de la gracia de Dios tiende a favorecer la laxitud moral […] simplemente demuestran que, en el sentido más literal, no saben lo que están diciendo. Porque el amor despierta amor a su vez; y el amor, una vez que ha despertado, desea complacer.

Y ¿qué complace a Dios? Cuando dejamos de jactarnos sobre nuestra sabiduría humana, poder o riqueza; cuando no construimos nuestra identidad sobre ellos, sino que empezamos a vivir con generosidad, justicia y derecho. «Pues es lo que a mí me agrada—afirma el Señor—» (Jer. 9:23-24).

Es la comprensión de la gracia de Dios, la que quita nuestras cargas. La gente religiosa a menudo invita a los no creyentes a convertirse, llamándolos a que adopten una nueva serie de conductas y nuevas prácticas rituales, y al mismo tiempo a que redoblen sus esfuerzos para vivir una vida virtuosa. Eso, sin embargo, es imponer más cargas a las personas. Los fariseos hicieron precisamente eso, impusieron «cargas pesadas y difíciles de llevar» sobre las personas (Mat. 23:4, LBLA), y por eso se hundieron. Las demás religiones ponen sobre las personas la carga de asegurar su propia salvación, mientras que Dios ofrece una salvación inmerecida a través de Su Hijo (comp. Isa. 46:1-4). Aunque el evangelio debe llevar a una vida transformada, no son esos cambios los que te salvan. 

Un grupo de jóvenes alrededor de John y Charles Wesley en la década de 1730 se esforzaban por conocer y servir a Dios. Iniciaron leyendo en voz alta el Comentario sobre la carta a los Gálatas de Martín Lutero. Una noche, uno de aquellos jóvenes, William Holland, tuvo una experiencia de la gracia, sobre la cual escribió posteriormente:

El señor Charles Wesley leyó el prefacio en voz alta. Al oír las palabras: «¡Qué!, entonces no tenemos nada que hacer? ¡No! Nada, sino solo aceptarlo, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría, es decir, nuestra justificación, santificación y redención», vino tal poder sobre mí que no lo podría describir con bastante exactitud; mi pesada carga se desplomó en un instante; mi corazón se llenó con tanta paz y amor que me eché a llorar. ¡Casi pensé que había visto a nuestro Salvador! Mis compañeros, que me vieron tan conmovido, cayeron sobre sus rodillas y oraron. Cuando posteriormente salí a la calle, apenas podía sentir el suelo que pisaba.

El mismo Charles Wesley tuvo una experiencia similar, también mediante los escritos de Lutero. Y lo expresó así:

En vil prisión mi alma padeció, 
atada en pecado y oscuridad; 
pronto en mi celda resplandeció 
la clara luz de su verdad, 
Cristo las férreas cadenas destruyó, 
quedé ya libre ¡Gloria a Dios! 

La gracia se convierte, por decirlo de algún modo, en la música de fondo en tu vida. Si esa es la canción que entona tu corazón la mayor parte del tiempo, eso te cambia (Ef. 5:19-20). ¿Cómo puede ser Dios tan misericordioso, paciente y compasivo? Una pista de la respuesta está intercalada en la oración de Jonás, cuando…

…desde el vientre del Seol clamé, y tú escuchaste mi voz. Porque me arrojaste a lo profundo […], todas tus olas y tus ondas pasaron sobre mí […]. He sido expulsado de tu presencia… (Jon. 2:2-4).

«Seol» es el lugar del castigo divino y la muerte. Jack Sasson afirma que hablar como si ya se estuviera en un lugar así expresa angustia y dolor extremos. La metáfora es «exclusiva de Jonás y expresa desesperación de los más oscuros matices». Jonás sabía que su sufrimiento era un castigo, que su pecado lo había expulsado de la presencia de Dios.

Cuando Jesús se llamó a Sí mismo «uno más grande que Jonás», se refirió a los tres días y tres noches de Jonás en lo profundo (Mat. 12:40-41). Porque en la cruz Jesús recordó el sufrimiento de Jonás, pero a un grado infinitamente mayor cuando gritó: «—Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’)» (Mat. 27:46). Jonás fue arrojado a lo profundo de los mares para salvar a los marineros, pero Jesús fue a lo profundo de la muerte y la separación de Dios, el mismo infierno, para salvarnos. Jonás es aplastado bajo el peso de «tus olas y tus ondas» (Jon. 2:3) de las «aguas» de Dios (v. 5), pero Jesús fue sepultado bajo las olas y las ondas de la ira de Dios.

—

Un fragmento del libro El profeta pródigo (B&H Español)


IMAGEN: Matthew Henry en Unsplash

Su gracias es mayor

June 3, 2020 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Su gracia es mayor

Por: David Barceló $12.99

El pastor David Barceló nos muestra en este estudio perspicaz de la vida de José, que el corazón humano aun se enfrenta a lo mismo que José en su vida. Aun más, Barceló nos muestra cómo el Dios de José todavía se preocupa por Su pueblo hoy, de la misma forma que se preocupó de José. La vida de José, así como el resto de la Biblia apuntan a nuestro Señor Jesucristo.

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Clásicos de la fe: Spurgeon

March 19, 2020 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Clásicos de la fe: Spurgeon

Por: Charles Haddon Spurgeon  $16.99

Este libro es el llamado personal de Charles Spurgeon a los incrédulos para que acepten la gracia gratuita de Dios. La creencia de Spurgeon en el poder del evangelio para salvar muestra su presentación clara y abierta del mismo. La salvación, argumenta Spurgeon, es gratuita, regalada. ¿La aceptaremos? Toda la Gracia sirve como una introducción perfecta a la salvación para el pecador, y una seguridad convincente de la salvación para el santo.

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