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¿Debo leer la biblia con mi esposa?

February 22, 2022 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Martin Manchego

Aunque parezca obvio que un buen hábito para todo matrimonio cristiano es pasar tiempo juntos en la Palabra de Dios, esto no es algo común. Debido a las obligaciones diarias, el trabajo, la familia, los hijos, el ministerio, muchos hombres batallan para poder tener un tiempo en el día para su lectura bíblica.

Si esto ya es una lucha, ¿cómo separar tiempo para leer con nuestras esposas? Cada uno de nosotros conoce su rutina y lo ocupado que pueda estar, pero también conocemos que Dios es quien nos provee de 24 horas cada día para que nosotros seamos buenos mayordomos.

En este tema la palabra clave es prioridades. El diccionario la define como:

  • Ventaja o preferencia que una persona o cosa tiene sobre otra.
  • Cosa que se considera más importante que otra.

Debido a nuestra propia pecaminosidad nos justificamos diciendo : “estoy lleno de trabajo”. Otros dicen: “nuestros horarios no concuerdan”, mientras otros argumentan que no saben cómo enseñar la biblia.

(Efesios 5:25-26) dice, “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra”

Debemos entender que Dios en su palabra nos dice “Maridos, amad a vuestras mujeres” y no “Maridos, amad a vuestros trabajos”. Es muy fácil para nosotros amar nuestros trabajos o el ministerio más que a nuestra esposa ya que de alguna manera recibimos recompensa o reconocimiento por ello, sea grande o pequeño.

El reconocimiento de las esposas ya no tiene impacto ni importancia en muchos casos, ya que no son la prioridad. Es por esto que muchos varones no buscan que los horarios concuerden y les cuesta mucho dejar responsabilidades o simples tiempos de ocio.

1 Pedro 3:7 dice: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”.

Otras versiones dicen: “De la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento” (NTV); “De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes” (NVI).

En conclusión, debemos vivir con ellas sabiamente, honrándolas, tratándolas con entendimiento y siendo comprensivos. Uno de los tesoros más hermosos y ocultos que tenemos en nuestras casas es el corazón de nuestras esposas. Debemos aprender a descubrir qué es aquello que les afecta, les duele, les inquieta y estar ahí firmes para protegerlas, aliviarlas y darles paz usando la Palabra de nuestro buen Dios. Debemos tenerlas a ellas como la prioridad de nuestra vida por encima del trabajo y el ocio. Si no ministras a tu esposa, ¿cómo podrías mencionar una palabra siquiera en el púlpito?

Definir prioridades en nuestra vida, en la mayoría de los casos, nos va a impulsar a dejar cosas que quizá tengan su valor, pero no más valor que lo principal. Pasar tiempo juntos en la Palabra del Señor es una prioridad en la vida de todo matrimonio cristiano. El esposo que no lleva su hogar a los pies del Salvador no ha comprendido su rol como líder espiritual y está dejando de lado la responsabilidad más grande que aceptó al momento de decir sí.

Tener el hábito de la lectura en casa será de mucha bendición, no solamente para ustedes como esposos, sino para sus hijos y visitantes de su hogar.

Quiero terminar con algunos consejos prácticos muy sencillos:

  1. Lee un capítulo de un evangelio en el momento del desayuno, almuerzo o cena y luego pregúntale a cada miembro de la mesa qué entendió de ese capítulo. No tienen que ser respuestas muy elaboradas, y luego de esto haz una pequeña reflexión de tres minutos.
  2. Cuando llegues del trabajo o en el momento de tu break, escríbele un mensaje de texto a tu esposa preguntándole qué leyó el día de hoy y compártele unos cuantos renglones de lo que tú leíste.
  3. Regálale un libro a tu esposa y compra uno para ti, siéntense a ver los dos índices, tomen un calendario y establezcan cuántos días tomarán por cada capítulo del libro. Si ya tienen un hábito de lectura quizá se les haga fácil leer un capítulo diario. Decidan el día que debe estar terminado el libro y anímense mutuamente a cumplir con su meta. Les aseguro que, si hacen esto, siempre tendrán un tema de conversación.
  4. Anima a otros matrimonios a tener un hábito de lectura en pareja y anímense unos a otros.
  5. Seleccionen un versículo mensual para memorizar. Una forma práctica de memorizar como esposos es colocar el versículo seleccionado en tu fondo de pantalla del celular, junto con una foto de tu esposa. ¡Esto sí que es amor!

Espero que estos pequeños consejos sean de bendición para tu vida. Recuerda lo que dice 2 Timoteo 3:16: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”.


Martín Manchego es pastor asociado y sirve en el ministerio de alabanza y enseñanza en español en la iglesia Metro Bible Church en Southlake, Texas. Es graduado de Teología y humanidades en Texas Baptist College. Además es compositor del album “Perfecto Salvador” y dirige un canal propio en YouTube en el cual comparte devocionales, entrevistas, canciones, poemas y reseñas de libros. Está casado con Denisse. Puedes encontrarlo en YouTube e Instagram.

¿Cómo desarrollar amistades más significativas?

February 17, 2022 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Martin Manchego

Vivimos en una generación sin comunicación sincera. Somos una generación que no sabe cómo desarrollar amistades ni fortalecerlas. Nadie nos enseñó a comunicarnos, a pedir ayuda o brindar ayuda. Pero la palabra nos dice: Sea vuestra palabra siempre con gracia (Colosenses 4:6) La boca del justo profiere sabiduría y su lengua habla rectitud (Salmos 37:30) El sabio de corazón es llamado prudente, Y la dulzura de labios aumenta el saber (Proverbios 16:21) ¿Cómo podemos poner estas enseñanzas en practica? Aquí te comparto 5 frases que te ayudaran a crecer en esta área.

1. ¿Qué tal si oramos ahora mismo?

Frecuentemente nos encontrarnos con conversaciones muy íntimas y edificantes que concluyen con un “voy a orar por ti”. Pero, ¿cuántas veces hemos dicho “voy a orar por ti” solo para luego olvidamos de hacerlo? En lugar de decir eso he aprendido a decir “¿Qué tal si oramos ahora mismo?» Esto me ha llevado a fortalecer mis relaciones con mis hermanos y hacer que nuestras amistades no seas solo íntimas sino Cristo-Céntricas.

2. ¿Qué te está enseñando el Señor esta semana?

Esta pregunta puede ser para muchos una oportunidad hermosa y para otros algo comprometedor. A veces algunas personas me responden con entusiasmo lo que han leído y eso hace que nuestra amistad sea de bendición, en otros casos las personas manifiestan con un silencio incómodo que no han estado meditando en las escrituras. Sea cual sea la respuesta, esta será una buena oportunidad para animarse unos a otros a meditar más en la escritura.

3. ¿Te puedo compartir algo que el Señor me enseñó en estos días?

En esta lista de frases notaras que la mayoría son preguntas. Esto es porque nuestras amistades no se pueden fortalecer a menos que aprendamos a escuchar. Sin embargo, hay ocasiones en las que nuestros hermanos no serán muy comunicativos, en ese caso es bueno abrirse primero uno mismo para generar confianza.

Una vez le pregunté a un hermano cómo le fue en la semana y solo dijo “bien, bien” luego le dije: “¿Te puedo compartir algo que el Señor me enseñó en estos días?” Al terminar de compartir las escrituras con él, este se echó a llorar y me dijo que él estaba pasando por una aflicción muy grande y que el verso que le había compartido le había ayudado mucho a cambiar su perspectiva a una perspectiva divina.

4. No te preocupes por mi tiempo, tienes toda mi atención.

En este mundo que va a toda prisa podemos descuidar fácilmente a nuestros hermanos y hermanas en la fe. Es común escuchar que alguien se acerca a otra persona y le dice “discúlpame por interrumpirte se que eres una persona ocupada” aunque eso sea cierto y debido a que muchas veces es cierto, es que te animo decir esta frase. Nuestros hermanos necesitan saber que aunque hay muchas cosas que hacer, en el momento que estamos con ellos les estamos prestando atención, eso demuestra amor cristiano.

5. ¿Qué crees que el Señor te está enseñando con todo esto?

Como hombre y esposo soy un arreglador empedernido. Si hay algún cable suelto por ahí mi primera reacción es buscar las herramientas para solucionar el problema, si algo no está funcionando bien en el auto no descansaré hasta que todo esté bien. En ocasiones, cuando las personas nos comparten sus cargas o aflicciones cometemos el error de pensar que nos están pidiendo un consejo para solucionar su problema. En lugar de empezar con un monólogo o un reporte de nuestras experiencias, es mejor que juntos busquemos la perspectiva divina usando esta pregunta. Esto ayudará a poner a Cristo en medio de nuestra amistad y así tendremos amistades más sólidas.

Espero que este artículo te ayude a poner en práctica estas frases y así no solo tengamos púlpitos Cristo-Céntricos y alabanzas Cristo-Céntricas sino también amistades Cristo-Céntricas.


Martín Manchego es pastor asociado y sirve en el ministerio de alabanza y enseñanza en español en la iglesia Metro Bible Church en Southlake, Texas. Es graduado de Teología y humanidades en Texas Baptist College. Además es compositor del album “Perfecto Salvador” y dirige un canal propio en YouTube en el cual comparte devocionales, entrevistas, canciones, poemas y reseñas de libros. Está casado con Denisse. Puedes encontrarlo en YouTube e Instagram.

¿Qué es la verdadera espiritualidad?

November 23, 2021 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Samuel E. Masters

Antes de definir la espiritualidad bíblica, nos conviene definir la espiritualidad en general. Existe una gran variedad de definiciones, pero la de Alistair McGrath nos parece útil: «La espiritualidad concierne la búsqueda de una vida religiosa plena y auténtica, involucrando la coordinación de las ideas distintivas de una religión y la experiencia completa de vivir con base y dentro del marco de esa religión».

Esta definición considera el modelo normativo ofrecido por algunas de las religiones principales del mundo como el budismo, el islam o el cristianismo. Por supuesto, cada individuo maneja una combinación de ideas que no siempre caben dentro de un esquema cerrado. Nuestras creencias individuales no siempre siguen un patrón preestablecido y pueden incluir ideas diversas incluyendo algunas que parecen contradictorias. Lo que quiero decir es que detrás de la espiritualidad de cada individuo hay un conjunto de ideas que conforman la cosmovisión de cada persona.

¿Qué es la cosmovisión? Albert Wolters nos brinda una definición útil: «Es un marco exhaustivo de creencias básicas personales sobre la naturaleza de todas las cosas».4 Incluye nuestras ideas interrelacionadas sobre el mundo, sus orígenes, la ciencia, el arte, el amor, los seres humanos, la religión, Dios, nosotros mismos, etc. En resumen, nuestras ideas sobre todas las cosas.

Nuestra espiritualidad es una de las dimensiones de nuestra cosmovisión y es la más importante por varias razones. Primero, porque se retroalimenta constantemente con nuestra cosmovisión general. Tiñe con su color todas las demás ideas y viceversa. Segundo, porque nuestra espiritualidad sirve como puente entre nuestras creencias y nuestras acciones.

Esta segunda razón nos lleva a una segunda definición de la espiritualidad ofrecida por McGrath: «La espiritualidad es el desarrollo en la vida real de la fe religiosa de una persona; es lo que la persona hace con lo que cree». Al final, todos somos teólogos. Todos tenemos ideas sobre la naturaleza de Dios, el mundo, y nuestro lugar en él. Estas ideas afectan nuestra forma de vivir en este mundo. Ahora surge la pregunta: ¿entre tantas religiones y expresiones espirituales, cual debemos elegir? Al final, ¿es solo una cuestión de gustos individuales?

La confusión de espiritualidades

Cuando empezamos a explorar las religiones del mundo y las diversas espiritualidades asociadas, la complejidad nos puede marear. Como sucede en la jungla, las especies se multiplican, se ramifican, se dividen y se cruzan en una infinidad de formas que dificultan cualquier intento por imponer un orden sistemático.

Entre las religiones principales encontramos el judaísmo, el islam, el cristianismo, el budismo y el hinduismo. Existen importantes variaciones aun dentro de estas religiones. El hinduismo, por ejemplo, consiste en una gran variedad de prácticas y cultos como el vaisnavismo, shivaísmo, shaktismo y smartismo. Pasa algo parecido en las otras religiones principales. Podríamos agregar también las espiritualidades como la cábala, el sintoísmo, la neovedanta, el transcendentalismo, el unitarismo, la teosofía, el animismo y el chamanismo. Hay más. Muchas más.

La nueva espiritualidad individualizada de Occidente

La tendencia histórica de nuestra raza de satisfacer sus inquietudes espirituales construyendo sistemas de esfuerzo propio ha tomado matices muy particulares en la cultura de Occidente en nuestros días. ¿De dónde surge en realidad el credo de «soy espiritual, pero no religioso»? Aunque la nueva espiritualidad en Occidente contiene muchos elementos prestados de Oriente, para entender sus raíces tenemos que entender nuestra propia cultura. Las espiritualidades orientales sufren varias modificaciones al ser importadas a Occidente. Desconectadas de su contexto histórico y social original, se vuelven otro producto de nuestra sociedad consumista. Se modifican sus requerimientos, minimizando el verdadero sacrificio y se potencia la injerencia del individuo. Son la dupla perfecta de la cosmovisión posmoderna.

Desde la época del Renacimiento se han producido cambios importantes en la cosmovisión de Occidente. Uno de estos cambios es la inversión de la relación entre el individuo y la sociedad. Las personas encontraban su identidad en su contexto cultural, religioso y familiar durante la Edad Media. Pero desde la época de los pensadores de la Ilustración como Rousseau, la identidad se ha entendido cada vez más como algo que debe ser generado desde el interior de la persona y no impuesta desde afuera.

El concepto del valor del individuo encuentra sus raíces en el judeocristianismo. La Biblia enseña que los seres humanos fuimos creados según la imagen de Dios (Gén. 2). Por ende, cada ser humano tiene un valor intrínseco que supera cuestiones de clase social, sexo, raza, inteligencia, belleza, fuerza, o cualquier otra característica que nos puede diferenciar bajo la óptica de los demás. De aquí nacen los grandes movimientos por los derechos civiles que tomaron auge en ambientes evangélicos en el siglo xviii y que llevaron a la prohibición de la trata de esclavos. Sin embargo, en la oscilación del péndulo entre la sociedad y el individuo —y entre el individuo y Dios— se ha perdido el equilibrio expresado en la narrativa bíblica.

El individuo soberano

Para explicar ciertos rasgos de la posmodernidad, el filósofo canadiense Charles Taylor plantea la existencia del individuo expresivo.

Taylor emplea dos palabras griegas: poiesis y mimesis. La primera palabra, poiesis, significa algo hecho, producido, o creado. Mimesis se refiere a lo que se imita o se copia. Carl Trueman, un renombrado teólogo e historiador inglés, comenta: «La visión mimética considera que el mundo tiene un orden dado y un significado preestablecido que los seres humanos deben descubrir para conformarse a él. Poeisis, por contraste, considera el mundo como materia cruda de la cual el valor y el propósito pueden ser creados por el individuo».7

El individuo expresivo construye su propia cosmovisión, sus valores y propósito, siguiendo como regla principal su propia condición subjetiva interna. De ahí el valor supremo de la autoexpresión. Lo que siente es determinante de la realidad y se autorrealiza al expresar esa realidad interna de forma externa. A la vez, rechaza cualquier imposición de valores externos o ajenos. Por ende, hasta el género se define acorde a los sentimientos y no al ADN.

Como hemos visto, existe una relación estrecha entre nuestra cosmovisión y nuestra espiritualidad. No es de extrañar, por lo tanto, que la espiritualidad del individuo expresivo sea heterogénea, incluso contradictoria. El individuo arma su propia espiritualidad según sus propias percepciones de su necesidad. Si la espiritualidad del individuo parece quimérica, como el monstruo de las fábulas griegas, armado de las partes de diversas criaturas, es completamente coherente con el dogma central de la soberanía absoluta del individuo.

Navegar el vacío espiritual

Esta forma de entender el lugar del ser humano en el mundo parece ofrecer una libertad digna de celebración. Sin embargo, Charles Taylor reconoce que «se produce una sensación de pérdida, si no de Dios, por lo menos de significado». Según Taylor, esta mentalidad, «tiene su lado oscuro porque el individualismo se centra en el individuo, y esto aplana y limita nuestras vidas, privándolas de sentido y disminuyendo nuestra preocupación por otros y la sociedad». Es decir, se trata de la cosmovisión de la selfi. Es agradable sentirme el centro de mi universo, pero al final es un circuito cerrado. Como Narciso, no veo nada más que mi propio reflejo.

La visión posmoderna ha obnubilado la belleza misteriosa de la vida. John Lennon cantó «Imagine there is no heaven» («Imagina que no hay paraíso»):

Imagina que no hay paraíso.
Es fácil si lo intentas.
No hay infierno debajo de nosotros, Arriba nuestro, solo cielo.
Imagina a toda la gente
Viviendo el presente.

Lennon tiene razón. Podemos imaginar un mundo sin Dios. Pero el precio es muy alto. Un mundo sin pautas divinas implica un mundo sin culpa y castigo. Pero en lo profundo, mi corazón todavía me dice que soy culpable y no hay quien me perdone si no hay Dios.

Tengo la teoría de que la gran popularidad de las obras de J. R. Tolkien en nuestra época responde a esta sensación de que nuestras vidas, aunque supuestamente más libres, han perdido profundidad de significado. Tolkien y su amigo C. S. Lewis escribieron obras de fantasía y ciencia ficción permeadas de una visión cristiana del universo y el lugar que le corresponde al ser humano. En sus obras existen altos picos nevados y profundos abismos sumidos en oscuridad. La belleza es tangible, deseable y digna de ser amada, anhelada y buscada. La vida tiene valor y la muerte es terrible porque apaga la belleza radiante del amor. El bien y el mal existen, y no son mera- mente construcciones sociales que pueden o no tener utilidad. No todo tiene explicación y hay misterios que solo Dios abarca. Uno de los misterios más grandes es que Dios usa a los hombres y las mujeres para lograr Sus propósitos inescrutables.

Al individuo expresivo de Charles Taylor le podemos dar un nombre con connotaciones teológicas: individuo soberano. Es capitán de su propia vida. Sin embargo, con tanta libertad hay poca satisfacción. Irónicamente, encontramos que son pobres y limitados los materiales que excavamos de nuestras almas para construir pirámides o zigurats. Por esto, en un mundo de miles de millones de individuos libres de crear sus propias identidades, hay tan pocas opciones y las que hay se vuelven insípidas. Es como navegar por la televisión a través de centenares de opciones de programas y películas sin que nada capte tu interés.

Ser creador y artífice de la vida propia produce mucho estrés y poca satisfacción. Entonces, como individuos soberanos estamos con- vencidos de que existe la opción de crear una espiritualidad propia hecha a medida. Una espiritualidad que nos puede calmar los nervios, bajar el estrés y orientarnos en este mundo ya desprovisto de señalamientos que nos guíen. De la religión de nuestra familia conservamos algo, pero eliminamos aquello que simplemente no nos gusta, nos hace sentir culpa o nos exija demasiado compromiso. Sumamos algún libro de autoayuda que nos convence de nuestro gran potencial como ser humano si tan solo entendemos que somos seres divinos y creadores de nuestro propio destino. Agregamos a esa mezcla un poco de conciencia social para sentirnos buenas personas. Sazonamos todo con elementos exóticos del oriente o de religiones originarias del nuevo mundo y de nuestra imaginación emerge una espiritualidad individualizada. Lamentablemente, si somos sinceros, tiene sabor a muy poco.

Vale la pena preguntarnos, como individuos soberanos, si en lugar de estar escuchando con atención y esmero la voz de nuestro propio corazón, en realidad podríamos estar escuchando otra voz que ya encontramos en la narrativa de la creación en el libro de Génesis: «Pero la serpiente le dijo a la mujer: “¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal”» (Gén. 3:4-5).

Obtenido del libro “En espíritu y en verdad”

Samuel Masters Es el pastor fundador de la Iglesia Bíblica Bautista Crecer (En Córdoba, Argentina), presidente de The Crecer Foundation (EE. UU.), y rector del Seminario Bíblico William Carey. Obtuvo su Masters of Arts In Religion en Reformed Theological Seminary y tiene un doctorado en Biblical Spirituality del Southern Baptist Theological Seminary. Está casado con Carita y tienen tres hijos. Vive desde hace 33 años en Argentina.

Sé un siervo no seducido por el éxito

November 18, 2021 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Miguel Núñez

Sin lugar a dudas, la prosperidad y el éxito han hecho sucumbir a muchas más personas que la adversidad. «Por cada hombre que puede manejar la prosperidad, hay 100 que pueden manejar la adversidad». La prosperidad tiende a volver al hombre orgulloso, autosuficiente, indiferente hacia los demás e insensible hacia las precariedades de otros. La adversidad, por otro lado, con frecuencia acerca al hombre a Dios. La sociedad siempre ha estado en búsqueda de seguridad y de fama; estas dos condiciones por sí solas hacen que el hombre busque el éxito y la prosperidad. Es lamentable que la misma sed pecaminosa del hombre se haya infiltrado en la Iglesia de nuestros días y, como consecuencia, haya originado todo un movimiento, concebido en el infierno mismo, conocido como el evangelio de la prosperidad. Este movimiento se originó en el Hades y se dirige a su lugar de origen. Decimos esto sin temor a equivocarnos porque es un movimiento que ha distorsionado el evangelio y ha hecho del dinero y las riquezas la búsqueda número uno del hombre. Además, este movimiento enseña que las enfermedades no forman parte de la voluntad de Dios para ninguno de Sus hijos. Con frecuencia, ha he- cho del evangelio un mensaje de riqueza, salud y felicidad que bien podría representar la medida del éxito para mucha gente.


Prestemos atención al testimonio de Malcolm Muggeridge a sus 75 años:

Puedo decir con completa certidumbre que todo lo que he aprendido en mis 75 años en este mundo, cada cosa que verdaderamente ha mejorado e iluminado mi existencia, ha sido a través de la aflicción y no a través de la felicidad, sin importar que lo haya perseguido u obtenido. En otras palabras, si alguna vez fuera posible eliminar la aflicción de nuestra existencia terrenal por medio de alguna droga o cóctel médico, como Aldous Huxley visualizó en su novela Brave New World [Un mundo feliz], el resultado no sería una vida exquisita, sino una vida demasiado superficial y trivial para ser tolerada.

Si regresamos al tema de este capítulo, nos percatamos de que hay más de una forma de ser próspero: una según Dios y la otra según los humanos. La mayoría de las personas asocian la palabra prosperidad con bonanza económica, lo cual es totalmente erróneo. Tal es así que ni siquiera el diccionario define la palabra prosperidad de esa manera. El diccionario de la Real Academia Española define la prosperidad así:

  • Curso favorable de las cosas.
  • Buena suerte o éxito en lo que se emprende, sucede u ocurre.

Estas definiciones no dicen nada sobre la parte económica de la vida. Sin embargo, cuando hablamos de prosperidad, todo el mundo la asocia con el dinero. Ahora bien, lo que sí podemos ver en la segunda definición es que hay una conexión entre la prosperidad y la idea de tener éxito. De hecho, quisiéramos citar una vez más la segunda definición: «Buena suerte o éxito en lo que se emprende, sucede u ocurre». De ahí que, para muchos, la prosperidad sea sinónimo de éxito. Por consiguiente, para fines del desarrollo del tema de este capítulo, usaremos las palabras éxito y prosperidad de forma indistinta.

Si prosperidad es éxito en lo que se emprende, la pregunta sería ¿qué es entonces el éxito? Uno de los diccionarios consultados define el éxito como «obtener lo deseado». Si es así, creemos que habría diferentes definiciones de lo que es el éxito según cada persona. Lamentablemente, la forma como la sociedad define el éxito está muy mal enfocada debido al sistema de valores con el que vive. Steven Burglas, en su libro The Success Syndrome [El síndrome del éxito], dice que «el éxito en Norteamérica es más que meramente obtener lo que uno desea; es obtener un resultado final deseado que provee un alto nivel de riqueza material y reconocimiento público».
Antes de continuar, quisiéramos recordar que nuestra sociedad es altamente materialista y esto es importante a la hora de hablar del tema que estamos tratando porque es esa sociedad materialista la que pretende definir a una persona como exitosa o como fracasada. El hombre de hoy valora lo material por encima de lo espiritual y esto lo lleva a preocuparse excesivamente por las cosas materiales, por aquellas cosas temporales que no tienen valor eterno.

Nuestra sociedad exhibe una actitud de descontento en todos los niveles y en todas las edades: nadie está contento con su trabajo, con su pa- reja ni con su nivel de ingreso, y hasta los niños se quejan de estar aburridos. Aburrimiento es una palabra que ni siquiera existía en el vocabulario de las generaciones de antaño. El Oxford Old English Dictionary [Diccionario de inglés antiguo Oxford] menciona que la palabra aburrimiento (en inglés) aparece por primera vez en 1852 en la novela Bleak House [Casa desolada] de Charles Dickens, aunque la actitud de estar aburrido es anterior a ese tiempo.100 Esto hace que nuestra sociedad viva con un espíritu de queja continuo y con una actitud de ingratitud. Por esta razón, el hombre y la mujer de hoy han puesto un énfasis desmedido en las cosas materiales pensando que la adquisición de dichas cosas calmará su espíritu de descontento. Sin embargo, estas condiciones que acabamos de describir están presentes tanto en personas que son prósperas como en aquellas que no han tenido éxito, lo cual nos deja ver claramente que la prosperidad no llena las verdaderas necesidades del hombre.


Si queremos saber el estado o la condición de nuestra sociedad, solo tenemos que ver cómo la gente define la prosperidad o el éxito, y luego cómo trata de vivirlo o de exhibirlo.

El ser humano busca lo siguiente:


• Prosperidad adquiriendo cosas que le provean seguridad. Pero como bien dijo Salomón: «El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto […]. Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen» (Ecl. 5:10-11, RVR1960).
• Una alta posición para no sentirse inferior o por debajo de los demás.
• Poder porque eso lo hace sentir que controla a los demás.
• Prestigio para llenar el sentido de vacío con el cual nace.
• Placer que compra con dinero tratando de anestesiar el dolor con el que vive.
• Posesiones para poder impresionar a otros y poder sentirse a su altura, como ya hemos mencionado. Con dichas posesiones, la persona busca decirles a los demás que ha tenido éxito en la vida.
• Mejorar su atractivo físico porque quiere sentir que otros lo buscan y, si lo logra, con eso pretende anestesiar su sentido de soledad.
• Inteligencia para demostrar cuánto sabe y, por tanto, cuánto vale. Con su inteligencia, ese hombre se propone adquirir conocimiento y frecuentemente lo hace, pero eso tampoco lo llena. Lo que el hombre necesita no es conocimiento; necesita sabiduría. El conocimiento nos permite vivir conforme a nuestros propósitos, pero la sabiduría nos permite vivir conforme a los propósitos de Dios.
• Sentirse joven y, por tanto, con sentido de que aún puede. Las cirugías plásticas no son más que un esfuerzo desmedido de parte del hombre que lucha contra el reloj y que no quiere que llegue la muerte. El problema de la cirugía plástica es que nos rejuvenece por fuera, pero nos deja intactos por dentro.
• Perpetuar un nombre. Por eso, hoy en día vemos tantos filántropos que hacen obras de caridad porque buscan perpetuar un nombre para no ser olvidados.

Para Dios, el éxito o la prosperidad dependen de la obediencia a Su Palabra. Josué debía aprender la ley, meditar en ella día y noche y obedecerla; solo entonces haría prosperar su camino y tendría éxito. Dios define la prosperidad de manera distinta al mundo y lo expresa en las siguientes palabras de Jesús: «Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?» (Mat. 16:26). La prosperidad en este mundo suele significar fracaso en el reino de los cielos. Si Dios nos creó con un propósito y al final de nuestros días no hemos cumplido con ese propósito, ante los ojos de Dios somos un enorme fracaso.

Cuando alguien nos dice: «Eres un fracaso», esas son palabras mayores; pero cuando Dios nos dice: «Eres un fracaso porque no cumpliste con mis propósitos», estas palabras son de mayor peso aún.

Obtenido del libro “Siervos para Su Gloria”

Miguel Núñez es vicepresidente de Coalición por el Evangelio. Es el pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Internacional, y presidente de Ministerios Integridad y Sabiduría. El Dr. Núñez y su ministerio es responsable de las conferencias Por Su Causa, que procuran atraer a los latinoamericanos a las verdades del cristianismo histórico. Puedes encontrarlo en Twitter.

Foto por Hunters Race en Unsplash

Sé un siervo reflexivo

November 16, 2021 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Miguel Núñez

«La superficialidad es la maldición de nuestra generación. La doctrina de la satisfacción instantánea es un problema espiritual primario. La necesidad imperante hoy no es por un mayor número de personas inteligentes o de personas dotadas, sino de personas profundas». Esta descripción que el autor y pastor Richard Foster hace de nuestros días fue lo que nos animó a incluir una invitación a la reflexión hacia el final de este libro.


El ritmo de vida acelerado con el cual vive el hombre moderno se constituye en su primer obstáculo para la reflexión. Una de nuestras más grandes frustraciones consiste en la dicotomía que frecuentemente vemos en el cristiano entre su actitud ante el sermón que escucha el domingo y al cual dice amén, y la manera en que vive el resto de la semana. Este divorcio puede tener múltiples causas, pero en nuestra opinión una de ellas es que el sermón que la persona escucha el domingo en la mañana tiene una vida muy efímera; su duración puede ser de 45 minutos a una hora en el mejor de los casos; pero, luego que salen de la iglesia, la gran mayoría de los creyentes no vuelven a meditar en las cosas que escucharon. Es im- posible que una exposición tan corta como esta pueda contribuir al cambio significativo en la manera de pensar del creyente y mucho menos del incrédulo.

A la hora de leer un libro, ocurre algo similar. Leemos varias páginas a la vez y, si luego no volvemos a meditar en las cosas más importantes, lo leído pasará al olvido. «Los libros no cambian a las personas; los párrafos sí lo hacen, a veces las oraciones». Esas son palabras de John Piper con las cuales nos identificamos profundamente y, por esa razón, hemos dedicado este capítulo a reflexionar sobre frases que de una u otra forma contribuyeron a cambiar aspectos importantes de nuestra vida y que a la vez son sumamente prácticas. Con relación a algunas de estas frases, recordamos perfectamente bien quién las dijo o dónde las leímos, pero en otros casos ya no recordamos dónde se originaron. Algunas de las frases que aparecen en esta sección son el resultado de nuestra propia reflexión. De cierta forma, esta última parte del libro puede ser una especie de testimonio de cómo Dios ha usado frases de algunos de Sus hijos o las nuestras para transformar nuestro pensamiento. Y como bien dice la Palabra, tal como el hombre piensa en su corazón, así es Él (Prov. 23:7).

Vivimos en una generación pragmática, utilitarista, terapéutica, relativista, situacional, minimalista, desconectada, emocional y, por tanto, enemiga del pensamiento sobrio y profundo. A la gente de nuestros días no le gusta pensar porque le cuesta trabajo y porque quiere resultados rápidos y autocomplacientes. Para aquellos que están menos familiarizados con estos términos, procederemos a definirlos.

  • Pragmática: juzga los hechos como buenos o válidos según los resultados.
  • Utilitarista: juzga el valor de algo por la utilidad que represente.
  • Terapéutica: ve el pecado como una enfermedad; por tanto, la persona necesita terapia y no arrepentimiento.
  • Relativista y situacional: lo moral lo determinan las personas y sus circunstancias.
  • Minimalista: todo es reducido a su mínima expresión, incluyendo lo sagrado.
  • Desconectada: desconoce lo que está ocurriendo dentro y fuera de sí.
  • Emocional: las decisiones se toman por las emociones y no por la razón.

Todo esto impide que el individuo de nuestros días tenga alguna motivación para pensar seriamente sobre su vida y la sociedad que lo rodea. Si conocemos las circunstancias en medio de las cuales nos encontramos, podemos entender perfectamente bien las razones a la luz de lo que acabamos de decir.

Si quieres «ser antes de hacer», necesitas cultivar tu mente; así que no la desperdicies. Ahora bien, recuerda que tu mente no es el cerebro. El cerebro es un órgano, mientras que la mente es una habilidad dada por Dios al hombre, que usa las capacidades cerebrales, pero que al mismo tiempo hace uso de la conciencia y de la imagen de Dios en el hombre para razonar las ideas que tarde o temprano tendrán consecuencias. Dios nos llamó a amarlo con todo nuestro corazón, alma y mente (Mat. 22:37), como ya habíamos visto. También nos llamó a ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente (Rom. 12:2). Él conoce la importancia de cómo el hombre piensa porque toda acción estará precedida de un pensamiento. Nosotros pecamos con el pensamiento mucho antes de pecar con la acción. Por eso dijo Jesús «que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón» (Mat. 5:28).

No cultivar nuestra mente es malgastar o desperdiciar uno de los mayores regalos que Dios le haya dado al hombre. Los animales no tienen tal capacidad ni ningún otro ser sobre la tierra. Es algo que forma parte de la imagen de Dios en el hombre. Entonces, si es así, ¿cómo no hacer el mayor esfuerzo para alimentar nuestra mente con la sabiduría de Dios?

Otra forma de renovar y transformar nuestra mente es analizar de continuo los eventos de la vida a través de la lente bíblica. Leer literatura cristiana escrita por personas que han sido dotadas por Dios de sabiduría y discernimiento contribuye a hacernos cada vez más sabios. Y en ese sentido quisiéramos enfatizar que tenemos un legado de 2000 años de historia durante los cuales miles de siervos de Dios han dejado plasmado para la posteridad aquello que han aprendido acerca de nuestro Dios. No hacer uso de ese legado no es humilde ni sabio.

Obtenido del libro “Siervos para Su Gloria”

Miguel Núñez es vicepresidente de Coalición por el Evangelio. Es el pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Internacional, y presidente de Ministerios Integridad y Sabiduría. El Dr. Núñez y su ministerio es responsable de las conferencias Por Su Causa, que procuran atraer a los latinoamericanos a las verdades del cristianismo histórico. Puedes encontrarlo en Twitter.

Foto por Joshua Earle en Unsplash

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