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oración

¿Debo orar con mi esposa?

February 24, 2022 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Martin Manchego

Considero la oración como el fuego que suelda la Palabra de Dios al corazón del hombre.

No es casualidad que los hombres más piadosos de la historia hayan pasado mucho tiempo en oración. Si nuestro Señor Jesucristo separaba tiempo diario para orar a su Padre, ¿cuánto más tendríamos que hacerlo nosotros, que somos pecadores?

La oración: calidad vs cantidad

Hace varios años se ha vuelto muy común la frase “Yo no puedo pasar mucho tiempo con mis hijos, pero el tiempo que paso con ellos es tiempo de calidad”. ¿A qué se refieren con esto? Básicamente, la idea de esta frase es que no se puede invertir mucho tiempo en los niños de la casa, pero el tiempo que se puede se vive al máximo. Aunque esto suene loable, en la mayoría de los casos es una excusa por la poca dedicación que tienen los padres para desarrollar relaciones entrañables con sus hijos, y no solamente con sus hijos sino también con sus esposas.

No quiero generalizar, pero en la mayoría de personas que dicen algo así he notado un afán incesante por el trabajo y por los proyectos propios, poniendo como prioridad lo que no es prioritario. En ese sentido, para muchos la calidad es mejor que la cantidad.

Tristemente, esta forma de pensar ha ganado su lugar en la vida de oración de muchos de nosotros. Es común escuchar que cristianos batallan para tener una vida de oración apasionada y constante. Varios de ellos se han rendido a no tener momentos de conversación con Dios de manera constante, y se han catalogado a sí mismos como hombres que no oran mucho pero que, cuando lo hacen, pasan un pequeño tiempo de calidad.

¿Te imaginas qué sentiría mi esposa si yo le dijera que de lunes a sábado no podré conversar con ella, pero que los domingos pasaremos un tiempo de calidad? Es una locura, ¿verdad? ¿Por qué entonces pensamos que Dios, nuestro Salvador y dueño, se podría alegrar de nuestra pobre vida de oración de calidad?

La oración es un acto de disciplina y conciencia

Alguien dijo que «el que no organiza, agoniza». Me parece una frase muy buena para entender cómo se desarrolla una vida de oración constante y apasionada. La mayoría de los cristianos desea tener una vida de oración ferviente, pero muchos no la tienen porque no se detiene a organizar y pensar: “creo que debería orar por esto”. La palabra de Dios dice: «Orad sin cesar» (1 Tesalonicenses 5:17). Además, en Filipenses 4:6 señala:

No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo
que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho (NTV)

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y
ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias (NVI)

La Palabra del Señor nos insta a orar en todo momento. Nunca está mal orar, ninguna oración es en vano, no hay oración que esté de más. En mi matrimonio, yo soy el que más gusta de leer y mi esposa es quien más
gusta de orar. ¡Es mi complemento! Ella es muy organizada en sus oraciones y tiene un librito de notas donde escribe todas sus peticiones y documenta las respuestas del Señor. Es muy gratificante la experiencia de leer sus escritos antiguos y ver cómo Dios ha respondido a esas oraciones.

Si aún es una batalla para ti desarrollar disciplina y una conciencia de la necesidad de orar, recuerda que no estás solo: tienes una esposa que te apoyará, o quizá seas tú quien tenga que enseñarle a orar disciplinada y conscientemente.

La oración en pareja nos ayuda a conocernos más

Desarrollar un hábito de oración juntos les llevará a conocerse mucho más. Hay cosas que pasan en nuestra vida que para mí son asuntos sin importancia, pero que afligen a mi esposa y le llevan a orar por muchos días. De la misma manera, hay asuntos que para mí son muy preocupantes pero que para mi esposa son asuntos fáciles de solucionar.

Estando en oración con mi esposa he podido conocer sus debilidades y saber en qué área necesita que yo le apoye. Ha sido para mí como si al escuchar a mi esposa orando, el Señor se hubiera acercado a mí susurrándome: “Para eso estás tú”. Varias veces hemos terminado de orar y mi esposa me ha dicho: “No sabía que eso te afligía tanto”. Este compañerismo será un gran refrigerio para el corazón de tu cónyuge.

Un hábito de oración es un hábito ejemplar

Tener un hábito de oración juntos también será de bendición para tus hijos: no hay nada más hermoso y ejemplar para un hijo que ver a sus padres orando. Los niños son apasionados imitadores de lo que sus padres hacen. Es triste ver a hijos de cristianos que no quieren orar en las reuniones de niños, pues es una de las cosas más bonitas del mundo: ver a un niño orar por su familia, sus amiguitos y sus sueños infantiles.

Algunos consejos prácticos

  • Sé disciplinado en tu vida de oración. Organiza un libro de peticiones, puedes dejarlo en tu mesa de noche y antes de dormir pueden orar por esas peticiones. Por cierto: evalúa tus prioridades si con frecuencia no vas a descansar con tu esposa al mismo tiempo.
  • En tu almuerzo o tiempo libre llama tu esposa o escríbele un mensaje de texto animándole a orar por las necesidades de hermanos o familiares.
  • El siguiente es un hábito que aprendí de mi hermano Sergio Villanueva, quien cada vez que terminábamos una charla me decía: «¿Qué te parece si oramos por esto?». Repite esa pregunta en todas las conversaciones que puedas, te aseguro que será de bendición para tu vida.
  • Oren los salmos. Te recomiendo el libro Orando la Biblia de Donald S. Whitney. La idea es tomar un Salmo cada día, leerlo y orar sobre aquello que Dios les dijo por medio de esa porción.
  • Celebren las oraciones respondidas. Si te organizas podrás ser más consciente de la respuesta que Dios da a tus oraciones. Mi esposa y yo acostumbramos celebrar cada vez que recibimos un Sí del Señor, porque nos alegra, pero también los No, porque entendemos que Dios tiene propósitos en todo lo que hace y permite en nuestras vidas. No tienes que gastar mucho: a veces un sencillo café y unas galletas entre dos pueden ser el marco perfecto para orar a Dios agradeciendo por el Sí y pidiendo fortaleza y sabiduría para los No.


Martín Manchego es pastor asociado y sirve en el ministerio de alabanza y enseñanza en español en la iglesia Metro Bible Church en Southlake, Texas. Es graduado de Teología y humanidades en Texas Baptist College. Además es compositor del album “Perfecto Salvador” y dirige un canal propio en YouTube en el cual comparte devocionales, entrevistas, canciones, poemas y reseñas de libros. Está casado con Denisse. Puedes encontrarlo en YouTube e Instagram.

El poder del silencio en el cristiano

December 14, 2021 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Martín Manchego

“Creo que el diablo se ha propuesto monopolizar tres elementos: el ruido, la prisa, y las multitudes, ya que él está muy consciente del poder del silencio” — Jim Elliot.

De niño me gustaba quedarme recostado por horas en el parque que estaba a la vuelta de mi casa. A las cuatro de la tarde había un silencio profundo allí. Me quedaba mirando cada nube sobre mí. Así descubrí que se movían y cambiaban de forma, y que todo se hacía más gris cuando una nube cubría el sol.

En ratos así, yo podía estar muy consciente de cómo el cielo se oscurecía y cómo la luna aparecía al mismo tiempo que el sol apenas se estaba marchando. Podía escuchar al viento soplar y acariciar cada árbol del parque. Podía prestar atención a los gritos de alegría de los niños que iban de vuelta a casa luego de un día de escuela, y a las aves que volvían a sus nidos a alimentar a sus pichones que producían un sonido tan agudo como dulce.

En uno de esos momentos recordé las palabras de mi maestra de escuela dominical, quien me enseñó sobre la realidad de Dios, el creador de todas las cosas. Así tuve certeza, por primera vez, de que Él era real. Esto no fue algo que busqué, pero así sucedió. Y todo esto fue posible porque yo estaba quieto. No tenía distracciones. Solo quietud y silencio.

Un mundo de distracciones

Algo así suena muy extraño hoy. En la actualidad, todo a nuestro alrededor está hecho para distraernos o entretenernos. El ruido que nos rodea y la abundancia de responsabilidades nos han robado el silencio y la quietud que Dios quiere que tengamos en Él.

Incluso el sueño es difícil de conciliar para muchos. Tengo varios amigos que no pueden dormir en silencio. Necesitan el ruido del televisor para eso. Se han acostumbrado al ruido de tal manera que el silencio les incomoda porque trae a flote todas sus preocupaciones y así no pueden dejar de pensar en las urgencias del día siguiente.

Encontrar silencio y quietud parece más complicado que encontrar oro. Hoy vivimos para solucionar lo urgente dejando de lado lo importante. Detenernos es una locura que atenta contra la productividad. Pero… ¿y si Dios nos llama a estar quietos en su presencia? ¿Y si detenernos por un momento es lo más razonable que podemos hacer?

Un llamado a estar quietos

El salmo 46 es un himno glorioso que celebra la liberación ante pueblo enemigo e incluye un serio llamado para los redimidos de Dios.

En medio de los temores y las preocupaciones que tenía Israel ante las naciones enemigas, lo más seguro a la vista del hombre era moverse, comenzar a hacer algo, actuar, poner manos a la obra. Pero el salmista deja en claro qué es lo primero que Dios quiere de su pueblo: “Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra” (Sal. 46:10). En las dificultades y obligaciones, debemos reconocer que dependemos de Él.

¿Te has puesto a pensar cuán difícil era para el pueblo estar quieto? Sin embargo, puedes ver el valor de esto en las historias de los profetas en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, Elías se apartó al monte Horeb para estar en silencio (1 R. 19:8), y Habacuc se mantuvo de pie atento, como un centinela en su puesto para escuchar lo que Dios decía (Hab. 2:1).

Mira también a Pablo solo en Arabia y Damasco antes de comenzar su ministerio (Gá. 1:17-18), y principalmente el ejemplo de nuestro Señor Jesús, quien siempre se apartaba de las multitudes para tener un tiempo a solas con su Padre (Mr. 1:35).

Dios quiere que estemos quietos en su presencia. ¿Estamos obedeciendo de esta manera?

Dios nos habla en el silencio

Cuando examinamos nuestros corazones, podemos llegar a ver que la razón por la que no tomamos tiempos en quietud para contemplar el poder y la bondad infinita de Dios es nuestro afán por hacer las cosas en nuestras fuerzas. Pensamos que si no nos encargamos de nuestros asuntos, nadie podrá solucionarlos. La prisa, el ruido, y las multitudes son herramientas que el diablo usa para llevarnos a una vida sin descanso y esperanza.

Sin embargo, así como es seguro que tendremos aflicciones y problemas en esta vida, también es seguro que tenemos a Dios de nuestro lado. Él nos sustentará, y un día nos llevará a su gloria que no tiene comparación con las aflicciones de este mundo (Ro. 8:18). Pero no podremos escuchar a Dios en medio de la prisa de nuestros días si no tomamos tiempos para estar quietos.

Las verdades más hermosas y alentadoras que Dios quiere decirte en su Palabra serán dichas en suaves susurros que necesitan quietud y silencio para ser escuchadas, como nos recuerda la experiencia de Elías en el monte Horeb. Él no vio a Dios en el poderoso viento que destrozaba los montes y quebraba las peñas. Tampoco lo vio en un fuerte terremoto y en el fuego. El profeta escuchó al Señor en el susurro de una brisa apacible (1 de R. 19:11-13)

¿Has pensado en cuanto perdemos por andar siempre en movimiento? ¿Cuánto ganaríamos si nos detenemos por un rato? ¿Hay algún momento en tu día en el que puedas estar quieto y en silencio?

Recuerda que no hay reunión más importante que la que puedes tener hoy con tu Padre que te conoce, te ama, y se quiere dar a conocer.

Martín Manchego es pastor asociado y sirve en el ministerio de alabanza y enseñanza en español en la iglesia Metro Bible Church en Southlake, Texas. Es graduado de Teología y humanidades en Texas Baptist College. Además es compositor del album “Perfecto Salvador” y dirige un canal propio en YouTube en el cual comparte devocionales, entrevistas, canciones, poemas y reseñas de libros. Está casado con Denisse. Puedes encontrarlo en YouTube e Instagram.

Foto de Amy Tran en Unsplash

Volver a los comienzos

August 6, 2020 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Miguel Núñez

Estos tiempos requieren de hombres y mujeres de sacrificio, comprometidos con un gran Dios, dispuestos a luchar en esta batalla con sus armas más poderosas: una Biblia no solo en sus manos, no solo en la mente, sino también en la acción, una oración en sus labios y un espíritu de adoración en su interior. Pero, para que esto suceda, la iglesia tiene que retornar al lugar donde comenzó. Y para esto necesitamos:

1. Regresar a la cruz

Volver a darle a la cruz la centralidad que merece. No es por accidente que el apóstol Pablo dice a los corintios: «Porque en verdad los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles» (1 Cor. 1:22-23). Si hay algo que sabemos bien es que la iglesia primitiva creció bajo la predicación de dos eventos principales:

  • La cruz para el perdón de pecados.
  • La resurrección como el evento que garantiza nuestra resurrección futura.

Ambas nos hablan de la necesidad de vivir vidas santificadas. La cruz no solo es para el perdón de nuestros pecados, sino también es un recordatorio de que nosotros también tenemos una cruz que cargar, como afirmó el Señor:

«Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de mí, ése la salvará»

(Luc. 9:23-24)

2. Retomar la centralidad de la Palabra

La iglesia no puede olvidar que el evangelio es poder de Dios para salvación, tal como lo expresa la Epístola a los Romanos 1:16. La ineficacia de la predicación de nuestros días no se debe tanto a la apatía de la generación de hoy, sino a la falta de la predicación de Su Palabra por parte de ministros que crean en la Palabra y en su poder de transformación. Uno de nuestros problemas hoy es que detrás de los púlpitos hay ministros que no tienen convicción del poder de transformación de la Palabra de Dios y, si el predicador no cree en lo que predica, menos creerán los que reciban la predicación. A medida que la iglesia primitiva crecía, era mayor el énfasis que se le daba a la Palabra:

Hechos 4:31: «Después que oraron, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valor».

Hechos 6:7: «Y la palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba en gran manera en Jerusalén, y muchos de los sacerdotes obedecían a la fe».

Hechos 20:32: «Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que es poderosa para edificaros y daros la herencia entre todos los santificados».

3. Predicar la centralidad de la persona de Jesús

Mientras el apóstol Pablo decía: «Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por amor de Jesús» (2 Cor. 4:5), en muchos de los sermones de hoy ni se menciona la obra de nuestro Señor Jesucristo. Por el contrario, el énfasis está puesto en los métodos pragmáticos de cómo «arreglar» el problema que estamos atravesando en un momento dado.

Cuando la iglesia de hoy decida hacer la obra de Dios a la manera de Dios, podrá contar con el poder de Dios. Entonces, y solo entonces, podremos ver cómo ocurren grandes cosas nuevamente.

Un fragmento del libro Una iglesia conforme al corazón de Dios (B&H Español)


Foto or Jehyun Sung en Unsplash

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