Por Michael Reeves
Así dijo Johann Tetzel, el televangelista de las indulgencias, quien encendió la furia de Lutero. Otra de sus rimas más populares fue: «Pon tu centavo en el tambor, las puertas de perlas se abren
y dentro pasea tu madre». Con sus sermones tenebrosos y su cuarteto con quien viajaba, era poco sutil. «¿No escuchas las voces de los lamentos de tus padres muertos?», preguntó a su audiencia, «y otros, que dicen: “Ten piedad de mí, por‐ que estamos en dolor y castigo severo? De esto podrías redimir‐ nos con una pequeña limosna”».
Por eso, el precio sonaba barato. Ni siquiera le pidió a la gente que confesara sus pecados. Solo bas‐ taba el dinero. Y así, la indulgencia te libraría del purgatorio, incluso bajo culpa de violar a la Madre de Dios. Tetzel, por supuesto, era enormemente exitoso, y mientras la gente salía del purgatorio, el papa conseguía el dinero para reconstruir la Basílica de San Pedro como la joya de la corona del Vaticano. Sin embargo, en el fondo, había un descontento porque el dinero alemán estaba siendo utilizado para financiar proyectos de construcción italianos. Pero nadie veía problemas en esto como lo vio Lutero. Para el monje, la forma en que se ofrecían estas indulgencias significaba que nadie necesitaba realmente arrepentirse de sus pecados, y eso era un escándalo.
En el día de Todos los Santos (1 de noviembre) en 1517, los méritos de los santos debían ser ofrecidos en Wittenberg. Y así, en la víspera del día de Todos los Santos, clavó en la puerta de la iglesia una lista de 95 tesis con el fin de debatir el asunto de las indulgencias. Todos verían el documento al día siguiente. Con frecuencia la gente imagina a Lutero martillando los clavos y las 95 tesis lleno de ira y rencor, provocando así un inicio espectacular hacia la Reforma. Sin embargo, las tesis estaban en latín, el idioma de la academia, y era bastante habitual que se publicaran avisos en las puertas de la iglesia.
Las tesis, en ese entonces, no eran una protesta dramática y popular, sino una convocatoria a una disputa académica. Y, si las 95 tesis estaban destinadas a ser un manifiesto de la Reforma, fueron un esfuerzo bastante pobre: no contienen ni una mención de la justificación solo por la fe, la autoridad de la Biblia, o, de hecho, de cualquier pensamiento fundamental de la Reforma. Esto se debe a que Lutero toda‐ vía no había captado esa «revelación» reformista. Como tal, las tesis no cuestionaban las reliquias e indulgencias, solo su mal uso (más adelante él describiría de manera burlona una mayor colección de reliquias que las de Wittenberg, una que incluía «tres llamas de la zarza ardiente», «la mitad de un ala del arcángel Gabriel» y «dos plumas y un huevo del Espíritu Santo»).
Las tesis fueron un ataque al maltrato de las indulgencias por parte de un monje que todavía trabajaba dentro del mundo pensante medieval Católico Romano. Las tesis afirman la existencia del purgatorio y buscaban defender al papa y las indulgencias de la mala reputación. En las 95 tesis, Lutero estaba siendo un buen católico.
Las 95 tesis causaron revuelo, pero fue un revuelo que bien podría haberse olvidado si Lutero no hubiese desarrollado una comprensión completamente diferente del cristianismo. Intencionalmente, Lutero había iniciado una reacción en cadena: «Dios me dirigió a esta tarea en contra de mi voluntad y conocimiento».
Obtenido del libro “La llama indestructible”
Michael Reeves (PhD, King’s College) es presidente y profesor de teología en Union School of Theology en el Reino Unido. Es miembro del Newton House, Oxford, director de la Red de Teólogos Europeos, y enseña de manera regular al rededor del mundo.
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