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Piedras de tropiezo en el ministerio: Mala actitud, avaricia, familia con mal testimonio, mala doctrina

November 2, 2020 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Miguel Núñez

1 – Una mala actitud

Las actitudes de un líder son contagiosas; pero de manera especial, esto es cierto para las malas actitudes. Las malas actitudes son el resultado de expectativas irreales de la vida y de las personas, de un carácter perfeccionista, de falta de entendimiento del sacrificio que implica la obra ministerial, de inseguridades y temores en el líder y de falta de aceptación y de gratitud de parte de aquellos que viven con esa mala actitud. Una buena actitud no garantiza que las cosas irán bien; pero definitivamente que una mala actitud nunca llevará al líder por el camino del éxito; ni producirá el endoso de Dios.

2 – La avaricia

El ministerio siempre fue una vocación en la que las personas entraban reconociendo que nunca sería una forma de hacer dinero, hasta que apareció el evangelio de la prosperidad… la más grande herejía de todos los tiempos, en mi opinión. Este movimiento ha llevado a mucha gente a la bancarrota, mientras sus líderes principales lucran con las personas que se van tras esta abominación. Pensar que Dios te va a hacer rico multiplicando el dinero que has dado a un ministerio en particular, es hacer de Dios un mercader. Este evangelio nunca hubiera sido aceptado tiempo atrás. Pero nuestra generación egocéntrica y narcisista ha comprado esta mentira y se ha convencido que si nosotros somos hijos del Rey (Jesús), debiéramos vivir como príncipes. Bien aconsejaba Pablo a Timoteo:

Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores (1 Tim. 6:9-11).

Notemos cómo Pablo llama a Timoteo a huir de estas cosas.

3 – Una familia con mal testimonio

Uno de los requisitos para ejercer el pastorado es tener una familia cuyo testimonio no manche la vida y el ministerio del pastor. Una vez más tenemos que recordar que el obispo o pastor debe ser alguien «Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?)» (1 Tim 3:4-5).

Es lamentable que muchos ministros hayan descuidado sus familias, lo que ha causado que sus hijos se hayan rebelado hasta el punto de no querer saber nada de la iglesia. En algunos casos, los hijos sienten que el ministerio les ha robado a sus padres y en otros, la rebelión se ha dado porque los hijos han visto una dualidad de vida en su padre que muchas veces predica y enseña una cosa, pero vive otra muy distinta en el hogar. 

4 – Una mala doctrina

A lo largo de los años, hemos visto un número significativo de pastores o ministros que comenzaron bien, con lo que parecía una sólida formación doctrinal, pero que luego con el paso del tiempo terminaron desviándose de la fe. Pablo menciona a Demas, quien fue uno de sus colaboradores (Fil. 1:24), pero que luego negó la fe, llegando a amar más el mundo (2 Tim 4:10). Pero quizás el pasaje bíblico que mejor ilustra la facilidad con la que el ser humano puede desviarse del camino es el siguiente que aparece en el Libro de los Gálatas 2:11-14:

Pero cuando Pedro vino a Antioquía, me opuse a él cara a cara, porque era de condenar. Porque antes de venir algunos de parte de Jacobo, él comía con los gentiles, pero cuando vinieron, empezó a retraerse y apartarse, porque temía a los de la circuncisión. Y el resto de los judíos se le unió en su hipocresía, de tal manera que aun Bernabé fue arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban con rectitud en cuanto a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿por qué obligas a los gentiles a vivir como judíos?

Este incidente tuvo lugar años después que Pedro había negado al Señor Jesucristo tres veces y por tanto, después de la muerte y resurrección de nuestro Señor. Aun la experiencia de la negación de Jesús no curó a Pedro de su temor. En un momento dado, comenzó a practicar una mala doctrina dejando de comer con los gentiles por temor a los judíos. Pero notemos cómo el texto nos dice que Pedro no andaba conforme a la verdad del evangelio (v.14). De manera que su comportamiento correspondería a una mala doctrina: la separación entre judíos y gentiles como había ocurrido por cientos de años, pero que ya a la luz de la obra de Cristo no correspondía a la verdad del evangelio. El ejemplo de Pedro ya había impactado a Bernabé hasta el punto «que aun Bernabé fue arrastrado por la hipocresía de ellos» (v. 13), al igual que otros que estaban comenzando a practicar las mismas cosas. De ahí la necesidad de conocer la verdad, andar en la verdad, permanecer firme en la verdad.

Reflexión final

Las posibles piedras de tropiezo del ministro de la Palabra son muchas y de ahí la necesidad de caminar de cerca con Dios y de tener un equipo pastoral que nos ayude a rendir cuentas y a vivir a la altura de nuestro llamado. Que Dios nos cuide; que recordemos que nadie es inmune a las caídas, que nunca olvidemos el colocar límites en nuestro caminar, que nunca descuidemos nuestra vida de oración, ni la lectura de la Palabra, que nunca dejemos de rendir cuentas y que Dios nos haga hombres mansos y humildes abiertos a que nuestras vidas sean examinadas por otros.

Los límites son necesarios porque todos nosotros, en diferentes grados y en diferentes áreas, tenemos debilidades, tentaciones, y distracciones propias de la naturaleza caída. Además, tenemos puntos ciegos que corresponden a ciertas áreas de nuestras vidas que necesitan corrección, pero que no estamos viendo. Sin embargo, otros alrededor nuestro pudieran verlos y señalarlos para nuestro provecho. Pablo se vio en la necesidad de confrontar a Pedro por su hipocresía como vimos más arriba. Menciono esto para enfatizar nuevamente la necesidad de rendir cuentas y de estar dispuestos a ser “escrutinizados” por otros, sobre todo, por los demás pastores y ancianos que sirven en el cuerpo pastoral. Tenemos necesidad de prestar atención al consejo de hombres «con canas»; hombres que han adquirido sabiduría no solo por caminar con Dios, sino también porque la experiencia se adquiere con los años. Vale la pena decir que los mejores antídotos contra las piedras de tropiezo son,

  • un carácter humilde (Mt. 11:29) 
  • un conocimiento de la Escritura (Juan 5:39) 
  • una dependencia del Espíritu (Gal. 5:16) 
  • una permanencia en el Señor (Juan 15:4) 
  • una vida de oración (Fil. 4:6) 
  • una actitud de contentamiento (Fil. 4:11-13)

Que la gracia de Dios abunde sobre cada uno de nosotros para honrar un llamado dado por el Espíritu para la gloria de Dios.

—

Un fragmento del libro De pastores y predicadores (B&H Español)


IMAGEN: Andre Hunter en Unsplash

Piedras de tropiezo en el ministerio: Pecado Sexual

October 29, 2020 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Miguel Núñez

El orgullo es la piedra de tropiezo más común, pero el pecado sexual es el más escandaloso, el más notorio. Y si algo sabemos es que la gente tiende a no olvidar lo que es notorio. Una de las razones por la que el pecado sexual es tan notorio, es por la extensión del daño que hace y la cantidad de consecuencia y personas afectadas por el mismo. El pecado sexual daña a la persona que lo comete, daña al esposo o la esposa (en el caso de los casados), daña a los hijos que están bajo ese matrimonio, daña a la iglesia, daña el nombre de Cristo, daña la causa de Cristo y daña a las ovejas que exclaman cuando un líder cae: «Por eso no se puede confiar en nadie». Las repercusiones del pecado sexual forman parte de una sombrilla sumamente amplia.

Las consecuencias del pecado son amargas y duraderas; pero sobre todo las consecuencias del pecado sexual. En los últimos años, múltiples líderes del mundo evangélico han caído de diferentes maneras y algunos casos de forma muy vergonzosa.

En el año 2006, el pastor Ted Haggard, pastor principal de la New Life Church de Colorado Springs, en Colorado, fue removido de su posición por inmoralidad sexual. El 5 de noviembre de ese año, el pastor asociado, Rob Brendle, leyó la carta que Ted Haggard escribió a su congregación:

Lamento esta circunstancia que ha causado mi vergüenza y la vergüenza de todos ustedes… yo soy culpable de inmoralidad sexual y tomo responsabilidad por todo el problema. Soy un engañador y un mentiroso. Hay una parte de mi vida que es repulsiva y oscura y con la que he estado luchando toda mi vida adulta. La acusación que ha sido traída en contra mía no es toda cierta, pero hay suficiente verdad por la que he sido, apropiada y amorosamente, removido de mi ministerio.

Haggard, no solo era el pastor principal de esta iglesia, sino también el presidente de The National Association of Evangelicals. Tal vez no estés familiarizado con la historia del pastor Ted Haggard, quien era uno de los pastores que más vehementemente denunciaba el movimiento homosexual en los Estados Unidos. Eventualmente se descubrió todo el pecado sexual oculto, debido a que un prostituto que había sido su masajista por dos años, confesó que había tenido una relación con él y que incluso proveía a este pastor de drogas (medicamentos legales, pero obtenidos de manera ilícita). Todo esto, mientras denunciaba arduamente el movimiento homosexual. Eso lo hace el orgullo, el temor, la falta de rendición de cuentas y la falta de honestidad delante de Dios y delante de los hombres. Con frecuencia el orgullo y el pecado sexual van de la mano.

Medidas de seguridad

El primer paso es la honesta auto-examinación, que comienza con hacernos algunas preguntas que estemos dispuestos a responder con transparencia delante de Dios:

  • ¿Tengo algo que esconder?
  • ¿Tengo algo que mi esposa debiera saber que aún no sabe?
  • ¿Tengo algo que mi copastor o cuerpo pastoral necesite saber?

El segundo paso es la rendición de cuentas. Recordemos que es el orgullo el que nos lleva a pensar que no tenemos que rendir cuentas, pero hacerlo es una de las medidas de protección contra la caída. Lamentablemente, una de las cosas que ocurren cuando comenzamos a vivir una vida de pecado, es una tendencia a evitar a las personas que sabemos pueden confrontarnos. De repente, comenzamos a evitar al pastor, o si soy parte de un estudio bíblico comienzo a dejar de asistir al estudio bíblico, o si en el estudio bíblico se dijo que haríamos en una próxima reunión un ejercicio de revisión de nuestras vidas, ese día presento una excusa para no acudir.

Una tercera medida de protección es prestar atención: escuchar a otros y a ti mismo. Mientras residía en Estados Unidos pertenecí a una iglesia donde el pastor cometió adulterio y se fue de la casa. Uno de los pastores que lo conocía por aproximadamente 30 años, lo llamó en reiteradas ocasiones, porque él no estaba tomando las llamadas de nadie. Yo lo llamé y no me contestó. El pastor que lo llamó, al no conseguir que le respondiera, le dejó un mensaje de voz en la contestadora, diciendo: «Amigo, lo único que te voy a decir es que escuches en tu interior todo lo que tú le has recomendado a tus aconsejados en este tema por tanto tiempo. Escúchate a ti mismo». Al otro día este pastor volvió a su casa. De alguna manera él hizo ese ejercicio. Necesitamos escucharnos a nosotros mismos, pensando en el consejo que damos a otros, si queremos perseverar en el camino. El pecado, como ya hemos mencionado, daña a tu esposa, daña a tus hijos, daña tu trabajo, tu reputación y daña al cuerpo de Cristo.

Reflexión

Las posibles piedras de tropiezo del ministro de la Palabra son muchas y de ahí la necesidad de caminar de cerca con Dios y de tener un equipo pastoral que nos ayude a rendir cuentas y a vivir a la altura de nuestro llamado. Que Dios nos cuide; que recordemos que nadie es inmune a las caídas, que nunca olvidemos el colocar límites en nuestro caminar, que nunca descuidemos nuestra vida de oración, ni la lectura de la Palabra, que nunca dejemos de rendir cuentas y que Dios nos haga hombres mansos y humildes abiertos a que nuestras vidas sean examinadas por otros.

Los límites son necesarios porque todos nosotros, en diferentes grados y en diferentes áreas, tenemos debilidades, tentaciones, y distracciones propias de la naturaleza caída. Además, tenemos puntos ciegos que corresponden a ciertas áreas de nuestras vidas que necesitan corrección, pero que no estamos viendo. Sin embargo, otros alrededor nuestro pudieran verlos y señalarlos para nuestro provecho.

Que la gracia de Dios abunde sobre cada uno de nosotros para honrar un llamado dado por el Espíritu para la gloria de Dios.

—

Un fragmento del libro De pastores y predicadores (B&H Español)


IMAGEN: Jose Chomali en Unsplash

Piedras de tropiezo en el ministerio: El orgullo

September 10, 2020 By lifewayliderzgo Leave a Comment

Por Miguel Núñez

Muchas de las caídas de los hombres de Dios han estado precedidas por el orgullo. El orgullo nos lleva a creer que a nosotros no nos ocurrirá lo que le ha ocurrido a otros. Este mismo orgullo nos hace creer que no tenemos que rendir cuentas o que podremos manejar la tentación sin la ayuda de ninguna otra persona. […] El orgullo nos conduce a permanecer callados cuando hemos pecado. 

La persona humilde busca ayuda, confiesa, se arrepiente, rinde cuentas. El orgullo quiere impresionar; lucir bien; ganarse el aplauso y frecuentemente entiende que no necesita someterse a nadie. 

[…] El orgullo parte de una comparación subjetiva que favorece al que hace la comparación. Uno de los aspectos más serios del orgullo, es que lleva al líder a acreditarse el mérito y a empañar la gloria de Dios […].

Un hombre orgulloso siempre quiere ser el centro de atención y siempre hace lo posible para que la atención esté sobre él. Esto impide que otros surjan o se formen como líderes, porque piensa que podrían quitarle la posición o la autoridad. Este hombre orgulloso considera a los demás líderes como posibles amenazas a su autoridad. 

Manifestaciones del orgullo

A continuación, algunas manifestaciones que el orgullo puede tener: 

El líder que frecuentemente enfatiza sus títulos, sus logros, o que disfruta hacer alardes de poder. 

Todo esto solo habla de una inseguridad en el ser humano que requiere traer a colación su preparación y sus logros para sentirse seguro o superior a otros. En medio de nuestra generación donde proliferan los autodenominados apóstoles y profetas, debemos recordar que los alardes de poder por parte de este grupo nunca fueron parte de la vida de Jesús, ni de sus verdaderos apóstoles. El Apóstol Pablo dejó todas estas cosas atrás al experimentar el cambio en su vida, declarando en Filipenses 3:3: «… no poniendo la confianza en la carne». Lo que antes consideraba de importancia, luego Pablo le llamó «basura» o «pérdida» por amor a Cristo (Fil. 3:7). La meta de Pablo y la nuestra debe ser conocerlo a Él y el poder de su resurrección (Fil. 3:10). 

El líder incuestionable que no tolera ningún tipo de observación o señalamiento.

Este es el líder que se ofende con facilidad y luego perdona y olvida con dificultad. Cristo, que es la máxima expresión de la humildad, nunca se ofendió… aun cuando injustamente le llamaron bebedor, glotón y amigo de prostitutas. Debemos estar conscientes de que somos peor de lo que pensamos y no somos tan buenos como creemos. 

El líder controlador. 

La necesidad de controlar a otros es una señal de debilidad en muchos líderes. Esto habla de inseguridad en la persona que teme que las circunstancias puedan salirse de su control. Desafortunadamente, el controlador se irrita con facilidad, sospecha con frecuencia de los demás y no da espacio para el desarrollo de otros ni para la expresión de la diversidad. El orgullo quiere controlarlo todo, saberlo todo, determinarlo todo y que todo lo que se considere y se determine sea para la satisfacción personal del individuo. 

Indisposición al aprendizaje.

El orgullo indispone al hombre de Dios para aprender. […] Nadie lo sabe todo. Si existen recursos de educación continua y conferencias para pastores, ¿por qué considerar ofensivo el asistir? Ese pastor podría también pensar: «¿irán ovejas también a estas conferencias?». El aprender sentados junto a las ovejas es bueno para el alma, porque todos necesitamos aprender, aunque sea en distintas áreas y niveles de conocimiento de Dios. 

No aceptación o no apertura a las opiniones de los demás. 

El orgullo no nos permite aceptar las opiniones de otro y con frecuencia las rechaza con ofensas. Por un lado, el orgullo ofende con facilidad a otros, sobre todo cuando otros mencionan algo que quizás la persona orgullosa no percibe como correcto o con lo que no está de acuerdo. A la vez, el orgullo es defensivo porque defiende su posición, muchas veces sin dar siquiera el beneficio de la duda o sin reconocer que podría estar en un error. 

Autosuficiencia.

El orgullo es autosuficiente; no le gusta pedir ayuda. Existe una broma generalizada en muchas culturas de que cuando un hombre está conduciendo y se pierde, no pide dirección. Generalmente la mujer se detiene y pregunta para saber cómo llegar. Pero el hombre da vueltas y vueltas. El orgullo no nos permite admitir que estábamos perdidos, aunque eventualmente hayamos encontrado el camino. 

Vulnerabilidad a la caída. 

El orgullo vuelve a la persona particularmente vulnerable a las caídas. El orgulloso no admite sus errores, no pide ayuda, no reconoce que otros pueden saber más. Esto vuelve al líder más vulnerable a los errores y caídas, resulta en nuestro detrimento y empeora nuestra condición. Este orgullo también interfiere al momento de lidiar con las ovejas porque endurece nuestro corazón y lo vuelve poco compasivo. […] Este es uno de esos pecados que todo el mundo ve, menos el que lo tiene; es como un punto ciego. Es el mismo orgullo el que no nos permite ver que somos orgullosos. 

[…] El orgullo no es solo una piedra de tropiezo para tu posible caída; es un impedimento para poder ministrar a las ovejas que están en necesidad. 

El líder enigmático o misterioso. 

El orgullo hace a las personas excesivamente reservadas y faltas de transparencia; a estas personas les gusta hacer las cosas en secreto y mantenerlas en secreto porque el orgullo vive para la apariencia, para el buen nombre, para la buena posición y, por tanto, el orgulloso es muy reservado con sus cosas. El orgullo muchas veces hace que el individuo ponga distancia entre él y los demás. En algunos casos, puede tener muchos conocidos, pero nadie lo conoce a profundidad, los pasos que da y las decisiones que toma porque él no comparte esta información.

Dios ha revelado su sentir respecto al orgullo: «… no toleraré al de ojos altaneros y de corazón arrogante» (Salmo 101:5b). Debemos notar que Dios no dijo «lo ignoraré», sino que utiliza un término enfático, «no toleraré». Estas palabras nos llaman a la sobriedad y nos deben conducir a orar por humildad en todo tiempo. 

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Un fragmento del libro De pastores y predicadores (B&H Español)


IMAGEN: Alex Mihai C en Unsplash

RVR 1960 Biblia del ministro

March 20, 2020 By lifewayliderzgo Leave a Comment

RVR 1960 Biblia del ministro

La Biblia del Ministro es ideal para su uso en el púlpito por su letra grande, amplios márgenes y extensas notas auxiliares, esta Biblia coloca las ayudas necesarias en el centro de la Biblia y en una fuente más grande que el texto de la Biblia. Esta ubicación y composición permite que la Biblia se mantenga abierta fácilmente en la mano del ministro o en el púlpito, haciéndola muy legible en el momento de su uso. Incluye material de apoyo para:


– La Cena del Señor
– El culto fúnebre
– Dedicación de niños
– Ceremonia de bautismo
– Ordenación de líderes de la iglesia y otros

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