Por Martín Manchego
¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.
El orgullo es la raíz de todo pecado. Es este orgullo el que nos hace pensar que todo lo que hacemos, aun como cristianos, es hecho con las mejores intenciones, convicciones y motivaciones. Es ese orgullo el que nos hace reaccionar rápidamente para defendernos cuando se nos señala algún defecto, exabrupto o pecado. El salmista había entendido esto y por eso se pregunta ¿Quién podrá entender sus propios errores? Y pide a Dios, Líbrame de los que me son ocultos. El Señor nos ha provisto dos herramientas, una interna y otra externa, que son muy útiles para entender nuestros propios errores y librarnos de los que nos son ocultos. La primera herramienta es la examinación y la segunda el escuchar.
Decir que somos cristianos es admitir que necesitamos un salvador ya que somos pecadores perdidos y empedernidos. Habiendo reconocido esto, haremos bien en examinarnos constantemente con el propósito de purificarnos y alejarnos del pecado, mas no con el propósito de condenarnos. Cuando nos examinamos internamente a nosotros mismos, lo debemos hacer a la luz del perdón que recibimos de Cristo y entendiendo que el Espíritu Santo que nos capacita para ser íntegros habita en nosotros y no nos va a abandonar. Cuando nos examinamos debemos preguntarnos primero cómo está nuestra fe. ¿Mi vida de oración, devoción en la palabra y asistencia a los servicios reflejan amor por Dios o dejadez? ¿Mi vida da testimonio de confianza en un Dios soberano o estoy sumergido en la ansiedad? Segundo, debemos examinar nuestro obrar. ¿Estoy permitiéndome hacer algo que no es honroso a Dios? ¿Estoy acercándome a lo prohibido y alejándome de lo piadoso? ¿Estoy compartiendo mi fe con mi prójimo o estoy siendo negligente en la labor de hacer discípulos? Y por último examina tus anhelos. ¿He dejado mi primer amor? ¿Mis deseos se han centrado en lo material y no en lo espiritual? ¿Estoy sintiéndome más atraído a lo que este mundo ofrece o sigo perseverando en mi deseo de dar gloria a Dios con mi vida? Estas preguntas te ayudarán a examinarte saludablemente.
La segunda herramienta, la externa, es el escuchar. Si nos negamos a examinarnos, rápidamente nos deslizaremos y permitiremos que el pecado se anide en nuestras vidas. Por su gracia, Dios no nos deja así. El Señor sabe que examinarnos a nosotros mismos no es una de nuestras actividades favoritas. Por eso en el momento que nos salvó nos hizo parte de su familia y nos rodeó de gente que le ama. En esta familia llamada Iglesia, todos somos mandados a exhortarnos unos a otros. Escuchar atentamente y en silencio las exhortaciones de tus hermanos te ayudará a entender tus errores. Procura no reaccionar negativamente y no buscar defenderte inmediatamente. Toma tu tiempo, escucha y acepta la corrección.
Si no te examinas y mucho menos escuchas la corrección de tus hermanos con un corazón humilde entonces las soberbia se enseñoreará de ti y te guiará por el camino de la rebelión. Pero si te examinas y prestas atención a las exhortaciones de tus hermanos y las recibes con humildad entonces conocerás tus errores y estarás en camino de integridad y lejos de la rebelión.
Martín Manchego es pastor asociado y sirve en el ministerio de alabanza y enseñanza en español en la iglesia Metro Bible Church en Southlake, Texas. Es graduado de Teología y humanidades en Texas Baptist College. Además es compositor del album “Perfecto Salvador” y dirige un canal propio en YouTube en el cual comparte devocionales, entrevistas, canciones, poemas y reseñas de libros. Está casado con Denisse. Puedes encontrarlo en YouTube e Instagram.
Leave a Reply