Por : David Barceló
Cuando era niño recuerdo que jugábamos al fútbol en la calle, y al hacer
equipos todos procuraban tener a su lado al mejor jugador. Aquel que era más fuerte, más grande, más rápido. Tener al mejor en tus filas era sinónimo de una victoria segura. En el partido de la vida tus adversarios no son niños de tu barrio, sino la muerte, el Hades, y el pecado. Solamente con Cristo a tu lado caminas hacia una victoria segura. El encuentro ya está ganado, aunque aún se está jugando. Él ha vencido al mundo.
Cristo vino para morir en la cruz del Calvario. El Cordero de Dios había de ser sacrificado, y después de Su resurrección ascendería de nuevo al Padre, de quien vino. Los discípulos escuchan las palabras del Señor y creen de corazón. Dicen entender de dónde procede, del Padre. Los discípulos creen que son fuertes y entendidos y se sienten muy seguros de sí mismos, pero entonces el Señor les responde: «seréis esparcidos» y les dice «me dejaréis solo» (v. 32). Tan solo el Padre acompañará al Hijo hasta la cruz, pero Sus discípulos se olvidarán de su valentía y huirán. Bueno nos fuera a todos nosotros confiar solamente en el poder de Cristo y no en nuestras propias fuerzas. Reconoce tu debilidad y recuerda la solemne advertencia: «el que piensa estar firme, mire que no caiga» (1 Cor. 10:12).
Cristo solamente es nuestra fortaleza. Cristo es nuestro castillo fuerte. Tenemos paz solamente en Él porque Él ha vencido al mundo. Miramos nuestra debilidad, pero de inmediato le miramos a Él. Cristo ha vencido porque vivió como un hombre perfecto y se enfrentó a todas las tentaciones del diablo. Cristo ha vencido porque no le ayudamos ninguno de nosotros, sino que le abandonamos y fue solo a la cruz. Cristo ha vencido al mundo porque ha vencido al más fuerte. Así como el joven David mató al gigante Goliat y todos los filisteos fueron derrotados en un día, también Cristo ha vencido a la muerte y el mundo entero ha caído a Sus pies. Cristo ha vencido al mundo y en Él tenemos perfecta paz.
Querido amigo, si Cristo ha vencido al mundo, Cristo debiera ser lo más precioso en tu vida. A Cristo has de acudir en todo momento. Sin embargo, sabes que muchas veces no es así. Hay momentos en que, como los discípulos dentro de la barca, no despiertas al Señor en medio de la tormenta y continúas achicando agua fuera del bote con tus propias fuerzas. Ven a Cristo. Todo está en Su mano. Él es poderoso. Él es vencedor, y tan solo en Su victoria, somos todos más que vencedores (Rom. 8:37). «Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Cor. 15:57).
David Barceló es originario de Palma de Mallorca, licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona, Master en Teología Bíblica por el Seminario Westminster en California (MA) y Doctor en Consejería Bíblica por el Seminario Westminster en Filadelfia (DMin).
Extraído del libro Un año con jesús.
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